Las vacunas rusa y china ya marcan diferencias en la vacunación europea
Hungría duplica su volumen de dosis recibidas y toma ventaja respecto a los demás países de la Unión Europea
l uso de las vacunas rusa y china ya marca diferencias en el ritmo de vacunación dentro de la Unión Europea. La campaña contra el coronavirus en Hungría está avanzando mucho más rápido que en el resto de los países miembros gracias a la administración de los fármacos desarrollados en Rusia y China, sin el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). La adquisición de estos sueros ha duplicado su volumen de dosis disponibles, y le ha permitido cubrir ya a un tercio de su población con al menos un pinchazo.
La vacuna rusa Sputnik V supone casi la cuarta parte del total de sueros recibidos por Hungría hasta ahora. La vacuna china BBIBP-CorV, desarrollada por Sinopharm, supone otra cuarta parte. En total, 2,2 millones de los 4,7 millones recibidos hasta ahora en el país centroeuropeo. Si Hungría
Ese hubiera limitado al catálogo de la Comisión Europea, habría recibido hasta ahora la mitad, tan solo su parte correspondiente de la compra conjunta comunitaria. Y no estaría a la cabeza en ritmo de vacunación. Es el único país comunitario administrando vacunas al margen del catálogo de la Comisión (Pfizer, AstraZeneca, Moderna y, próximamente, Janssen). Hungría ha administrado hasta ahora 37.600 dosis por cada 100.000 habitantes, que le han permitido cubrir al 32,2 por ciento de su población adulta con al menos una dosis, y al 13,4 por ciento con la pauta completa.
Hungría casi duplica la me
Hungría
Malta
Estonia
Austria
Lituania
Dinamarca
Finlandia
Irlanda
Chipre
Italia
Eslovaquia
Eslovenia
Bélgica
Luxemburgo
Grecia
Portugal
Francia
Polonia
Alemania
Suecia
Rumanía
R. Checa
Croacia
Bulgaria
Letonia
Países Bajos
Es el único país comunitario administrando vacunas al margen del catálogo de la Comisión Europea: Pfizer, AstraZeneca, Moderna y, próximamente, Janssen
A la cabeza de la inmunización En España se han inyectado 19.820 dosis por cada 100.000 habitantes, la mitad que en Hungría
dia comunitaria, el 16,3 por ciento de la población adulta con al menos una dosis, y el 6,8 por ciento con la vacuna completa. Y eso a pesar de contar con un ritmo de vacunación inferior, puesto que solo ha pinchado el 76,8 por ciento de los sueros, por debajo de la media comunitaria (79,2%).
En España, la cobertura es de un 16,5 por ciento de los mayores de 18 años con al menos un pinchazo, y de un 7,5 por ciento con las dos dosis, según datos del ECDC (Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades) hasta el 8 de abril. En España se han inyectado 19.820 dosis por cada 100.000 habitantes, la mitad que en Hungría, aunque más que en Francia, Italia o Alemania. España ocupa la décima posición en la Europa de los 27 en este listado.
El lento ritmo de vacunación contra el Covid-19 en la Unión Europea, en comparación con Estados Unidos y Reino Unido, debido a la escasez de dosis ha generado impaciencia. Algunos países miembro ya han empezado a buscar vías de adquisición al margen de la Comisión Europea, encargada de la compra conjunta, principal foco de las críticas.
Alemania ya ha anunciado que obtendrá la vacuna rusa por su cuenta, al margen de Bruselas, para cumplir sus objetivos de vacunación, una vez sea aprobado su uso por la Agencia Europea del Medicamento. El fármaco está ahora en revisión, pero todavía no tiene el visto bueno del regulador, requisito imprescindible para su distribución en la UE. Austria y República Checa también han mostrado interés por comprar Sputnik V cuanto antes.
Controversia
La compra de la vacuna rusa es un tema de controversia en la UE. El primer ministro eslovaco dimitió por la adquisición de dos millones de dosis a espaldas de sus socios de coalición. Ahora, el Ministerio de Salud de Eslovaquia, que no ha pinchado ni una sola dosis de Sputnik V, desaconseja su uso. El estudio de su agencia reguladora de medicamentos considera que no tiene suficiente información para confirmar que es segura y eficaz.
El fármaco despierta recelos, pese a que la comunidad científica empieza a aceptarla. La publicación británi