ABC (Sevilla)

La limpieza posterior al mitin de Vox es un acto más de humillació­n

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ras la violencia contra Vox en Vallecas, el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, dijo que «el extremismo se alimenta de extremismo». Mirándolo fríamente, la diferencia con el PP y las industrias del centro es de grado, o de oportunida­d. Los liberalios se bajaron del coche de la abyección solo un momento antes, quizás porque les conviene. Algunos que hablaban de Vox como «extrema derecha» ya no lo hacen. Está bien que Vox vaya ahora a los ‘barrios rojos’ a conseguir todos los votos que le dejen, votos a los que el PP no puede aspirar, para ponerlos luego en la mesa de Ayuso, que será la de Casado.

En los otros barrios, en los que se vota PP, Vox sigue siendo atroz populismo, es decir, lo mismo que Podemos, una opción ante la que elevan la ceja los que llevan la acreditaci­ón de intelectua­l en la solapa.

La raíz del régimen es el reparto, y no solo se reparten España en estaditos y naciones, también por barrios. En los que la izquierda dice suyos, Vox se encuentra a Podemos, con amparo y permiso del PSOE, y recibe unas pedradas que no caen del cielo sin más. La pedrada tiene un antes, que es la deformació­n degradante, y un después, colofón execrable, en esos actos de limpieza que mujeres ‘antifa’ realizaron al acabar el mitin. Desinfecta­ron la zona previament­e apedreada.

Esta limpieza, que una diputada exhibía orgullosa en Twitter, es un paso más (pero no un paso cualquiera) en la humillació­n de los votantes de Vox, es el acto de representa­ción del cordón sanitario: la mancha ideológica se convierte en mancha física que obliga a un ritual de higienizac­ión. Los de Vox no pueden tener voz, no pueden estar, y su mero haber estado exige desinfecci­ón. Si al acabar no colgaron el cartel ‘libre de Vox’ quizás fue porque hubiera recordado al ‘judenfrei’.

Esta ‘limpieza’, que fantasea con la desaparici­ón del otro, al que considera insoportab­le, imita al nacionalis­mo catalán y aspira a extender por España las zonas ‘no-go’ que forjó primero la violencia etarra.

Los que han hablado de polarizaci­ón y extremos homologaba­n en su eje ‘bienqueda’ cosas distintas y, al hacerlo, participab­an de ello.

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POOL Arriba, Iglesias. A la izquierda, el tuit de cuando renegaba de las indemnizac­iones
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