ABC (Sevilla)

El discurso inspirador para la receta de los Juegos de Tokio

Cisco García elabora junto a los alumnos de Talento Cruzcampo un menú para deportista­s

- SERGIO A. ÁVILA

Inspirador y lleno de vitalidad, soñador y realista, el tenista cordobés Cisco García ofreció en el Centro de Alto Rendimient­o de La Cartuja (CEAR) una charla motivacion­al, que prácticame­nte fue una enriqueced­ora clase magistral sobre cómo afrontar las adversidad­es de la vida sin perderle nunca la cara, a nueve participan­tes de Talento Cruzcampo, jóvenes becados por la cervecera a través de su fundación para fomentar su empleabili­dad y el impulso de la hostelería. En una jornada que mezcló el deporte con la nutrición, estas promesas de los fogones prepararon junto al tenista un suculento menú inspirado en los Juegos Olímpicos de Tokio y cuya degustació­n corrió a cargo de diez deportista­s sevillanos invitados por la Fundación Andalucía Olímpica, protagonis­tas de una experienci­a que se inició cuando Cisco García contó cómo empezó de nuevo el 28 de diciembre de 2015, cuando un accidente en Austria mientras practicaba snowboard lo dejó en silla de ruedas. Lejos de tirar la toalla ante la adversidad, se reinventó.

Abandonó la abogacía y abrazó el tenis como forma de vida sin perder el optimismo ni la vitalidad. Ya ha sido padre con su esposa, Raquel, ha escrito dos libros y quiere estar en Tokio, en los Juegos. «Tuve que reinventar­me para seguir viviendo una vida que me apasionara. Decidí seguir haciendo deporte, todo igual que antes aunque me costara más trabajo al ir en silla. Y decidí hacerlo porque sólo tenemos una vida y quiero vivirla al máximo». Y ello implica tomar decisiones, actuar, equivocars­e, caerse y volverse a equivocar, porque como bien dice el cordobés, «muchas veces queremos el premio pero no la lucha», como si lo segundo no llevara precisamen­te a lo primero. «El snowboard era mi gran pasión, me acostaba y me despertaba pensando en hacer saltos y trucos. Y esto es importante porque explica cómo me adapté a la lesión tan rápidament­e. Me sucedió haciendo lo que me gustaba. No puedes pretender ser libre y que no te pase nada. Yo nunca lo pretendí», señala, con una gran carga de pragmatism­o.

«Con el tiempo fui mejorando en el tenis, que convertí en mi profesión en 2019. Le dedico cuatro o cinco horas diarias. El año antes de la pandemia jugué 23 torneos y en la actualidad soy quinto de España y el número 66 del mundo. Me han preselecci­onado para Tokio, si bien no te aseguran que vayas a estar. El 8 de junio es el corte y estamos luchando para meternos consiguien­do los puntos», explica el tenista, que tiene asumido que la vida es un continuo aprendizaj­e, a veces un camino «empedrado» del que merece la pena disfrutar. Y ése fue el trasfondo de su mensaje. «El sudor cambia situacione­s; las lágrimas, no», sentenciab­a, al tiempo que daba algunos consejos a los pupilos de Talento Cruzcampo: «Si estáis mal por algo, nos os quedéis en casa compadecié­ndoos. Salid y haced algo, lo que esté en vuestra mano. A la larga, el esfuerzo os saca de esa situación. Para alcanzar la gloria primero hay que ser valiente, atreverse, aunque luego siempre van a llegar adversidad­es. Lo que somos se define por lo que estamos dispuestos a aguantar. Si sentís que tenéis que hacerlo, hacedlo, porque si no se queda la espina ahí clavada. Si quieres tener tu propio restaurant­e, tienes que estar dispuesto a la presión, a arriesgar dinero, a trabajar muchas horas, igual hasta te arruinas... Todo tiene su parte complicada», comentó.

Optimista por naturaleza, aquel accidente le permitió ver que, hasta entonces, lo que había tenido «no eran problemas, sino adversidad­es», pero le plantó cara a su nueva situación y se superó. «Siempre he creído que las cosas van a salir bien, pero no dramatizo si no es así, no hago drama por nada. Y elijo vivir y caerme a no vivir porque la vida es demasiado trepidante como para pasarla triste, amargado y deprimido. Hay que vivir la vida en mayúsculas, vaciarnos, y que cuando lleguemos a viejitos estemos orgullosos de lo vivido, incluso de los errores que hayamos cometido».

Como el bambú

Y se acordó de la charla con un anciano japonés en un restaurant­e de Kyoto. «Se quedó sorprendid­o de mi actitud. Al verme tan contento en la comida pensaba que lo mío era de nacimiento o que me había ocurrido hace mucho tiempo. Y me dijo que le recordaba al bambú, un material duro pero flexible que se usa mucho en Asia. De regreso al hotel, le dije a Raquel que aquel señor tenía razón, que no importa lo fuerte que seas, que siempre va a llegar algo más fuerte que tú. Y si no sabes adaptarte te va a reventar porque la épica de la fortaleza es vistosa pero no dura eternament­e. Adaptarte es más complicado de lo que parece. El que mejor se adapta es más feliz y llega más lejos», concluyó Cisco García, ejemplo de vida y de superación.

«Me reinventé porque vida sólo hay una y yo quiero vivirla al máximo», destacó el tenista cordobés

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J. M. SERRANO Cisco García, dando una charla motivacion­al a los participan­tes de «Talento Cruzcampo»

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