ABC (Sevilla)

Silvia C., 46 años Comunidad Valenciana «Voy a tener que regalar al Estado el trabajo de toda la vida de mi marido»

«La pandemia ha retardado los trámites, hemos llegado justas» Castilla y León «Es como recomprar tu propia empresa; es frustrante»

- ANTONIO RAMÍREZ CEREZO MADRID TONI JIMÉNEZ VALENCIA MONTSE SERRADOR VALLADOLID

Alejandra y Marta perdieron a su padre en noviembre, tras una larga enfermedad, mientras ellas se encontraba­n en Sevilla y Polonia por motivos de estudio. De él recibieron en herencia un piso en Madrid, el mismo en el que residió su difunto padre. En la región madrileña, el impuesto de Sucesiones está bonificado al 99% y este porcentaje es aún mayor en el caso de los menores de 21, como las dos hermanas.

Pero tampoco salió gratis. Su madre, que se hizo cargo de las gestiones, cuenta que tuvieron que pagar al ayuntamien­to 7.098 euros de plusvalías por la revaloriza­ción del piso. En total, 11.500 euros de gastos. Además, con la lentitud burocrátic­a. «La pandemia ha retardado los trámites, hemos llegado justas para no pasarnos los seis meses de margen para pagar el impuesto».

Silvia C. dejó su trabajo para cuidar a su marido dependient­e. A sus 46 años, puede quedarse en la calle al no poder hacer frente a los 350.000 euros en plusvalías y tributos que le exigen por heredar el piso en el que vive y dos solares que eran propiedad de su esposo, fallecido el pasado mes de diciembre. Si renuncia a esas parcelas situadas en Oropesa, una conocida zona turística de Castellón, y tasadas conjuntame­nte en más de un millón de euros, pierde también la vivienda. «Tengo que sacar dinero de donde solo hay tierra y nadie quiere comprar porque a pocos metros hay bloques enteros de apartament­os sin vender», cuenta a ABC.

Su caso está en manos de los asesores de la Asociación contra el Impuesto Sucesiones en la Comunidad Valenciana, pero tiene difícil solución. De momento, ha solicitado tres créditos que le han sido denegados por la falta de ingresos y el tiempo juega en su contra. La Generalita­t le da un plazo de seis meses para solucionar su situación, de los que solo le quedan dos. «No se puede tratar de ricos a la gente humilde que se ha privado de muchas cosas para poder ahorrar e invertir. Voy a tener que regalar al Estado todo el trabajo que mi marido me dejó como seguro de vida. Me duele porque es como si le estuviera fallando a él, pero no puedo hacer otra cosa. Es muy humillante. Esto no lo sabes hasta que lo vives en primera persona», lamenta. «Mi padre se echa las manos a la cabeza viendo cómo el resultado del trabajo de toda una vida es tener que recomprar sus propios bienes; eso es muy frustrante». Son palabras de Cristina S. C. que acaba de asumir, junto con su hermana, parte de la sociedad de sistemas industrial­es que hace 50 años levantaron su padre y su tío en Valladolid. La muerte del segundo por coronaviru­s el pasado mes de agosto precipitó los acontecimi­entos y obligó a las dos hermanas a heredar los bienes del finado, dado que eran sus únicos familiares directos.

Cristina relata cómo hacer frente al pago del impuesto de sucesiones se ha convertido en una pesadilla, sobre todo porque, en la práctica, «es como si tuvieras que recomprar el 45% de los bienes de la empresa, que es lo que tienes que pagar en impuestos».

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