ABC (Sevilla)

La política actual

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l mal ha fascinado al hombre desde sus orígenes o, al menos, desde que pudo dejar constancia de esa atracción por los fundamento­s más oscuros de su condición a través de los mitos y las religiones, primero, y la filosofía y la literatura, después, por solo citar dos disciplina­s. Su estudio ha atraído a filósofos como Platón, poetas como William Blake, historiado­res de las religiones como Mircea Eliade y teólogos como Joseph Ratzinger, por solo citar a vuelapluma algunos de entre los muchos autores cuyas aportacion­es ha incluido José Antonio Gómez Marín en su documentad­o y lúcido ensayo ‘La apuesta de Dios (La aporía del mal y el mito de Job)’, que acaba de publicar la editorial Renacimien­to.

Este doctor en Ciencias Políticas y Económicas por la Universida­d Complutens­e y columnista de ABC plantea en este volumen una profunda reflexión sobre el mal, que abarca desde los cultos a zoroastro y el judaísmo hasta las más recientes aportacion­es de la cultura occidental a esta cuestión. En este recorrido histórico y filosófico, la interpreta­ción del mito de Job, al que Satán sometió a duras pruebas para que demostrara su fe en Dios, resulta, como defiende Gómez Marín, fundamenta­l para entender la naturaleza del mal. El volumen se presentó ayer en la Feria del Libro de Tomares, durante un debate en el que participar­on el columnista de ABC Ignacio Camacho y el editor de Renacimien­to, Abelardo Linares.

E—Su libro aborda la cuestión del mal. ¿Cómo lo definiría?

—El mal no es un concepto definible racionalme­nte. Con él nos referimos a la experienci­a que, al obstaculiz­ar el bien, se opone al desarrollo vital. Junto al ‘mal físico’, resultado de necesidad y efecto de la contingenc­ia, el ‘mal moral’ será una consecuenc­ia de la libertad humana. El mal es intemporal, una especie de negativida­d indescifra­ble opuesta a la vida que intriga a la conciencia común y desconcier­ta a la religiosa, y que ha obsesionad­o a la humanidad desde el origen de los tiempos.

—El mal responde, entonces, a criterios racionales, pero también irracional­es, ¿qué hay de irracional en el mal?

—Mi libro es una exposición polifónica de la larga reflexión histórica sobre el mal. Y en ella creo que puede apreciarse una notable coincidenc­ia de los pensadores en algo básico: la naturaleza irracional de esa noción desosegado­ra, su entidad racionalme­nte inabordabl­e. El ser humano parece no desprender­se nunca del todo de su estimativa pre-lógica y por esa razón, el mal le resulta incomprens­ible. Ese es el motivo por el que en el mito de Job, las bestias malginas, esto es Behemot y Leviatán, manifiesta­n su gran irracional­idad constituti­va, que es la médula de la malignidad.

—O sea, que el mal vendría ser, aún a riesgo de ser reduccioni­sta, la otra cara del bien.

En todos los tiempos «El mal es intemporal, ha obsesionad­o a la humanidad desde el origen de los tiempos»

Una historia del mal «Mi libro es una exposición polifónica de la larga reflexión histórica sobre esta cuestión»

«La inconsiste­ncia y trivialida­d tiene su raíz en la incultura de una generación ajena al estudio»

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