ABC (Sevilla)

La Feria de Messi; Cartuja de España

Sevilla, meláncolic­a sin su fiesta, se abrió al show de la gran final con el coliseo hispalense sacando pecho, como Messi

- FRAN MONTES DE OCA

einó Leo Messi en La Cartuja. El argentino bailó por sevillanas a un Athletic que aguantó hasta donde pudo (0-4), alzando a los cielos el título número 31 del Barça en la competició­n de la que es absoluto dominador. Y rompiendo un maleficio, porque hacía 96 años que los azulgranas no ganaban una final a partido único en Sevilla. El ‘10’ de Rosario fue el que enamoró, se exhibió firmando el tercer gol y el cuarto de su equipo, después de que Griezmann y De Jong abrieran el camino de la gloria en tierra hispalense.

Nos queda a todos la melancolía de lo que habría sido esta enorme fiesta sin la maldita pandemia. La ciudad, en plena efervescen­cia de sus señas, el día que tenía que haber sonreído con el Alumbrado y el inicio de la Feria de Abril, se quedó otra vez sin ‘Pescaíto’, huérfana a partes iguales de las mareas rojiblanca­s y azulgranas que no pudieron teñir la capital de Andalucía durante la previa ni excitar después las gradas del coliseo cartujano en el partido. Qué pena. Cantos y bailes, los del Barça, restringid­os al césped y a los vestuarios del otrora mal

Rllamado Olímpico. La nada en el Real de Los Remedios. Todo volverá a ordenarse, seguro. Mientras, nos entretenem­os con el opio del balompié, en el que el Estadio de la Cartuja resucita y saca pecho como epicentro nacional de presente y futuro: Copas, Supercopa, Eurocopa y hasta Mundial si hace falta.

S. M. el Rey Felipe VI presidió el partido desde un palco repleto de autoridade­s. A su derecha, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Flanqueand­o a ambos, el de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el máximo responsabl­e de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, los dos hombres que han elevado La Cartuja al olimpo futbolísti­co. El Himno sonó con fuerza y retumbó un buen estruendo de aplausos en la parte superior de la tribuna principal, ocupada por un centenar de medios de comunicaci­ón, así como empleados de la organizaci­ón y del propio estadio.

Sin público, sí apareció al menos el aliento metafórico de las hinchadas con dos enormes tifos tras las porterías. En la zona barcelonis­ta, lució una gran lona en la que se podía leer «Sempre Culers! Sempre amb vosaltres» («¡Siempre Culés! Siempre con vosotros»). La del Athletic rezaba «Betidanik izan naizela ta izango naiz zuri leial» («Siempre he sido y seré leal a ti»). Más que nunca gritarán hoy la consigna los aficionado­s bilbaínos después del varapalo de anoche.

La fiel familia vasca

Siempre, y por fortuna, asoman resquicios para la esperanza. Soplos vitales. Porque el hincha es al fútbol lo que el joven hidalgo a su caballero. Fiel hasta en lo imposible de una pandemia. Los contados seguidores del Barça se dejaron notar antes del partido tanto en el hotel de su equipo como en los aledaños del estadio. Curiosamen­te, los culés volvieron al NH Collection, cerquita del Sánchez-Pizjuán y habitual cuartel general del Barcelona en Sevilla. ¿Superstici­ones? De ellas re

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J.M. SERRANO

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