La final de Copa entre los «verdugos» sevillanos y más «oportunidades»
bosa el fútbol. En la Supercopa perdida en enero ante el propio Athletic los de Koeman se habían alojado en el Alfonso XIII. Messi, el gran aclamado en una u otra morada. El gran triunfador de la Copa. El superdeportista que destroza todos los moldes, pronósticos y maldiciones.
Para privilegiados, pese a la dolorosa derrota, los seguidores del Athletic radicados en Sevilla. Nunca pudieron imaginarlo. Ni las derrotas ni tantas citas de prestigio en la patria de acogida andaluza. Las fluidas relaciones de la Junta y la RFEF, unidas al tino de los leones en la competición, levantaron en la urbe hispalense esa segunda residencia de los vizcaínos. Finales y más finales. Ellos, con la misma imposibilidad de ver al equipo en el estadio que sus congéneres de Bilbao, pero con la magna dicha de sentirlo tan cerca, en el momento clave, en la hora definitiva. Por estar en Sevilla. Eso sí, el regusto es muy agridulce. Han perdido dolorosamente las dos finales coperas. Sí le levantaron (eso no se lo quita nadie) la Supercopa al propio Barça.
Así que estos fieles del Athletic, devotos del pintxo, aprovecharon bien
A la izquierda, el Barça de Messi y su delegación celebran la Copa conquistada en Sevilla; sobre estas líneas, S. M. el Rey Felipe VI jugando al futbolín en el Museo del Deporte del Estadio de La Cartuja con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el de la Junta, Juanma Moreno, y el consejero de Educación y Deporte, Javier Imbroda; a la derecha, aficionados del Athletic Club en las calles de Sevilla Ésta fue también la Copa con la que soñaron Sevilla y Betis. La llegaron a oler cerca, pero se la terminaron disputando sus verdugos en su propia cuna. El Athletic sacó a los verdiblancos del torneo en un cruel cruce de cuartos celebrado a partido único en el Villamarín. Cuando el billete parecía sellado por el equipo de Pellegrini, un cabezazo de Raúl García llevó el duelo a la prórroga (1-1) en el minuto 94. El marcador no se movió más y los posteriores penaltis tornaron en pesadilla para el Betis, expulsado el día a tope por si terminaba pasando lo que pasó: se entregaron como Dios manda en los prolegómenos del encuentro al engalanado y feriante centro histórico de Sevilla. Color y calor en la Alfalfa y la Plaza del Salvade la competición. No menos dolorosa fue la eliminación del Sevilla a manos del Barça. Se quedó a un pasito de La Cartuja. Tras ganar con autoridad 2-0 en la ida de semifinales disputada en el Sánchez-Pizjuán, ocurrió todo lo perverso posible en la vuelta del Camp Nou: penalti fallado por Ocampos, expulsión de Fernando y gol de Piqué en el descuento que derivó en una prórroga imposible donde decidió Braithwaite (3-0). Habrá más oportunidades en La Cartuja: 2022, 2023 y 2024. dor. Tapas y cañas con el halo por un día de las bilbaínas calles del Perro o Somera. De los que más llamaron la atención entre los rojiblancos, los aficionados citados por la Peña Athletic Óscar de Marcos de Dos Hermanas, que se lo pasaron en grande marcándose la clásica ‘kalejira’ por el Casco Histórico sevillano. En realidad, estaban por todos lados. En Triana. O en la Puerta de la Carne, testando la cerveza mejor tirada de Casa Coronado. Sincretismo cultural y alegría. Pasacalles y hasta tambores. Es lo que tiene el fútbol, analgésico, tesoro para las penurias contemporáneas.
Estos vascos de Dos Hermanas son originales hasta la médula. Ya en la anterior final ante la Real Sociedad, para calentar motores, llegaron a surcar el Guadalquivir con un barco al estilo de La Gabarra. La original seguirá atracada un tiempo. No pudieron ganar una final ni la otra. Sevilla, seguro, les dará la enésima oportunidad. Messi fue demasiado. En Sevilla levantó ayer su título número 35 con el Barça. La Feria fue del argentino. Y La Cartuja, otra vez, el epicentro del gran espectáculo que acaparó los focos de España. Bandera de esperanza.
La ciudad vivió la previa La Plaza del Salvador, San Bernardo o Triana, puntos de reunión de aficionados del Athletic radicados en Sevilla