La desaparición de las raíces clásicas
Tras aprobar una ley educativa sin asesorarse por sus verdaderos protagonistas, quisiera transmitirle a la ministra, ahora que nos deja opinar, no sé para qué, lo siguiente, como docente de clásicas: el estudio gramatical de las lenguas latina y griega, unido al acercamiento placentero de sus literaturas, queda ahora aún más relegado de los planes de estudios, caracterizados cada vez más por la progresiva reducción del esfuerzo, la disciplina y el conocimiento. Todo ello sustituido por juegos motivadores, superficiales e interactivos. Calvino acertó al conjeturar lo que nos proporcionan los clásicos: la posibilidad de viajar con ellos para «saciar el deseo de conocer y conocernos mejor». Estas espléndidas civilizaciones crearon, desarrollaron y consolidaron conceptos como la democracia, la justicia, la opinión crítica o la tolerancia, cediéndonos un patrimonio inmaterial innegable. Minar a los clásicos significa sabotear el futuro de la humanidad.
Pero ninguna de las dos cosas se va a producir. El reparto no va a ser rápido ni homogéneo. El Gobierno ha decido trasladar la gestión de las ayudas a las comunidades autónomas, que en los nueve meses que quedan de este año tienen que desarrollar los procedimientos de aprobación, organizar la estructura para dar esas ayudas y buscar personal que las gestione. Luego habrá que solicitar las ayudas y Hacienda tiene que autorizarlas. Esto va para largo. El reparto tampoco va a ser homogéneo, porque los criterios establecidos por el Gobierno priman a las comunidades gobernadas por el PSOE. Esto no es responder adecuadamente al drama que se nos viene encima. Mientras tanto, el Gobierno sigue haciendo autopropaganda.