Las bolitas de cristal son el precio de una liga Superqueo
CUANDO escuchéis a un poderoso decir que viene a salvaros, corred lo más lejos que podáis de él porque, sin dudas, viene a desplumaros. La vida es una lucha diaria entre pelear lo tuyo y espantar a los que se creen en el derecho a quitártelo. En esa dialéctica crecemos, aprendemos y, la mayoría de las veces, perdemos. Porque los poderosos, aunque estén tiesos como los palos de un costero, tienen influencia y una cultura de la depredación contrastada. El método es conocido. Básicamente consiste en cambiarte unas cuentas de cristal barato por una pieza de oro fluvial tan reluciente como el sol de cien primaveras. Tú te quedas con la bolita de cristal y el poderoso suele llevarse el oro de los dioses. A veces descubrimos el truco. Yo puedo entender que cada cual pelee por lo suyo incluso llegando al extremo de usar las bolitas de cristal. Pero no nos confundamos: ni son salvadores, ni luchan contra privilegios que no sean los propios y esas bolitas son el precio de una liga Superqueo.
Una parte de la élite del fútbol europeo, para salir de su pésima gestión y no de lo que le imputan a la pandemia, firmó un pacto por el arca de su alianza económica. Esa firma pretendió buscar el dinero que malgastaron o lapidaron por sus malas cabezas vendiéndonos bolitas de cristal, cuentas de baratijas coloreadas por un relato donde se proclaman salvadores del fútbol, enemigos de los privilegios y solidarios como un misionero en el corazón de África. Hermanitos de los pobres camino de la beatificación... Deslumbrados por la osadía de sus necesidades han llegado a defender que no es razonable que los clubes poderosos que tiran del aparato productivo del fútbol estén arruinados y los humildes no. Y en semejante desvergüenza cebaron su coartada para proclamar una alianza en busca de su arca perdida rompiendo al fútbol por la mitad. Están convencidos de su derecho inalienable a no arruinarse jamás mientras exista carne de cañón a la que se les pueda chupar la sangre…
Frente a ellos tienen a un aparato oscuro y tenebroso donde le temen a la luz como si fueran albinos. La UEFA y la FIFA están llenas de almas tan inocentes y limpias como las de Sito Miñanco, Laureano Oubiña y Manuel Charlín. En alguna parte de sus oficinas más costeadas se podría leer: ‘prohibido no robar’. Si la historia nos ha enseñado algo en varios milenios de civilización es que las élites y el poder político suelen llegar a acuerdos obscenos para que no se mueva un varal en el statu quo. La rebelión de los del arca de la alianza se ha desinflado por la cepa británica. Pinchazo celebrado por primeros espadas de la política europea como Johnson, Draghi y Macron. También por millones de aficionados que están hartos de llevar plumas, tener la casa llena de bolitas de cristal y sufrir los privilegios de los poderosos. Algo conseguirán los que solo buscaban el oro que no es suyo. Y, como entre caló y caló no vale la buenaventura, se abrazarán como costaleros en el tercer relevo celebrando que entre tanto ruido encontraron algunas de las nueces que buscaban…