Perder en el minuto 0

No cuadra con su currículum vital y deportivo el batacazo con el que se ha saldado el calamitoso lanzamiento de la Superliga, convertida en tres días en poco más que el Trofeo Bernabéu

Florentino Pérez no se había apartado del éxito en las últimas cuatro décadas, tan pegado a él ha estado que incluso cuando parecía que salía cruz en el envite llegaba la cara para devolverle la sonrisa en el último suspiro, en ese minuto 93 que le colocaba de nuevo en Cibeles. Porque desde aquel fiasco del Partido Reformista, allá en los ochenta, que fue la huesera de su carrera política, no se le recuerda un contacto tan directo con el fracaso, con un inesperado atracón de hiel y derrota, como el descarrilamiento con estrépito de la Superliga europea antes incluso de que esta empiece a caminar. El lanzamiento de este órdago, el modo, manera y alcance elegidos para anunciarlo, son impropios del esmero y tesón con el que Pérez ha ido trazando su gestión en lo empresarial, en lo deportivo y casi todo en lo que ha acometido. En realidad el primer vagido de la Superliga se convirtió ya en el último estertor del proyecto pues semejante revolución exigía muchísimo más que un ramplón y gélido comunicado, lanzado a medianoche sin el ornato escénico, ni las cuentas claras, ni la pedagogía emocional necesaria para tan trascendental cambio. El fútbol (todavía) no es solo números, también es sentimiento, una lid en la que se puede ganar en el minuto 93 pero en la que también se puede perder antes de empezar.