ABC (Sevilla)

Exigencia

- FERNANDO DEL VALLE MÁLAGA

os puertos andaluces llevan ya más de un año sin recibir cruceros por culpa de la pandemia. El agujero económico que ha supuesto su pérdida es difícil de cuantifica­r. Sólo en Málaga se esperaba en 2020 la llegada de 278 cruceros; atracaron 19. Prohibidos internacio­nalmente, aún se ve lejos el momento en que puedan recuperars­e las escalas de los grandes buques y con ellas, el elevado nivel de gasto que traen sus pasajeros.

Pero para ir ensayando cómo será el crucero post-Covid, la Junta de Andalucía acaba de aprobar un protocolo de actuación para los itinerario­s nacionales que hagan escala en puertos de la comunidad, que establece diversos requisitos a seguir para mantener el máximo nivel de seguridad.

Se trata de un nuevo marco normativo, que ha sido elaborado por la Consejería de Salud y Familias en colaboraci­ón con Suncruise Andalucía, entidad que agrupa a los puertos andaluces de interés general para promociona­r el destino. «No ha sido fácil sacarlo adelante, y menos hacerlo en mitad de la cuarta ola», afirman fuentes del puerto malagueño, incapaces de ocultar su satisfacci­ón.

Pero así ha sido. Y de esta forma Andalucía será la primera comunidad en la Península que disponga de este abanico de normas con el objetivo de convertir al turismo de cruceros en uno «de los más seguros que vengan a Andalucía». En ese protocolo se determina la forma en la que la tripulació­n y los crucerista­s realizan las escalas, así como los requisitos para garantizar tanto la seguridad sanitaria en esas como el desarrollo de la vida en el barco.

L¿Qué utilidad real tiene este protocolo cuando los muelles están vacíos y aún tardarán en atracar los grandes buques? ¿Existen cruceros nacionales? Antes de que irrumpiera la pandemia paralizánd­olo todo, el viaje más convencion­al surcaba el Mediterrán­eo atracando en puertos de diversas nacionalid­ades. Pero en este tiempo oscuro, Canarias sí ha explorado la fórmula de los cruceros exclusivam­ente entre sus islas. Allí las navieras han llevado al pasaje en avión desde países como Alemania para después recorrer en barco plácidamen­te las aguas atlánticas haciendo escala en los puertos insulares. La experienci­a ha sido exitosa, y a eso se aferra el sector, en espera de que se reactiven los grandes viajes. Para los cuales el protocolo, lógicament­e, también puede servir.

¿Un crucero andaluz?

El problema para la comunidad andaluza, paradójica­mente, es la anticipaci­ón. En la Península de momento y tras la aprobación de esta normativa, sólo Andalucía permite estos cruceros de cabotaje. Es decir, que la actividad ahora mismo estaría limitada exclusivam­ente a un recorrido que tocara los puertos de la comunidad. Escaso interés para las empresas, que no obstante, según se detalla desde el puerto malagueño, sí han empezado ya a solicitar atraques para cuando el ámbito de actuación se abra aunque sea un poco. Murcia o la Comunidad Valenciana podrían ser las siguientes en seguir la acuática senda andaluza, lo que aportará un atractivo mayor a la posibilida­d de embarcarse.

Y, cuando ocurra esa feliz subida al barco, de lo que se trata es de crear el entorno más seguro posible. Tanto para los embarcados como para los habitantes de las ciudades que sean destino de los barcos.

Para comenzar, el protocolo establece una amplia exigencia con la tripulació­n de los buques, a la que se le va a exigir que se someta hasta a tres PCR antes de embarcar para conocer si está afectada por el Covid. La primera prueba PCR se realizará al salir de su domicilio; habrá una segunda en el transporte que le lleve a la ubicación del barco, y una tercera prueba antes de embarcar. Los empleados de los buques también deberán pasar un periodo de aislamient­o preventivo antes de que comience el viaje. El pasaje, asimismo, tendrá que acreditar una PCR negativa para poder embarcar.

En el barco, cuya llegada tendrá que ser anunciada a la administra­ción sanitaria con al menos 20 días de antelación, también habrá cambios. En primer lugar, se modifican los aforos, como ocurre con el resto de actividade­s en la era pandémica. La capacidad total deberá reducirse a entre el 60 y el 70 por ciento. Y se habrán de reservar varios camarotes en los que efectuar los aislamient­os preventivo­s que fueran necesarios si se produjeran contagios o contactos estrechos con un positivo. Se prohíben los codiciados servicios de buffet en las comidas, que serán sustituido­s por la atención en mesa. No habrá colas por un croissant. Pero sí un laboratori­o a bordo: los barcos deben estar equipados para poder hacer pruebas periódicas a su tripulació­n y aleatorias entre los pasajeros.

La tripulació­n de los barcos tendrá que someterse a tres pruebas PCR antes de embarcarse

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