Alonso y el Alpine se impulsan
Progresos del coche y remontada del español. Triunfo de Hamilton. Sainz, undécimo
Cualquier mínimo gesto de Fernando Alonso adquiere notoriedad mundial. Y en su retorno a la Fórmula 1, Portugal marca un punto de impulso porque el asturiano muestra un ritmo muy interesante con el Alpine y el coche francés ofrece solvencia con los dos pilotos en la zona de puntos. Esteban Ocon, séptimo, y Fernando Alonso, octavo, casi adheridos en el tramo final después de 66 vueltas al circuito de Portimao. Venció Lewis Hamilton, su segunda captura del curso, y Carlos Sainz, al que le traicionaron los neumáticos en un estrategia confundida, descendió hasta un incómodo undécimo puesto.
Es una potente noticia que el Alpine azul con sus destellos rojos muestre un ritmo consistente y rápido. La cadencia de velocidad es una de las claves en cualquier modo de vida en la F1. Una sucesión de buenas vueltas sin menoscabo de los neumáticos es un salvoconducto de seguridad en este deporte.
Alonso tuvo ritmo, sobre todo con las ruedas plateadas con las que acabó la carrera. Las gomas duras le procuraron al asturiano una elocuencia en la pista, con las que pudo expresarse a gusto. Salió el decimotercero con las amarillas (las de resistencia media) y con ellas sufrió al principio a rebufo del italiano Giovinazzi durante muchos giros, siempre decimotercero.
Cuando cambió al compuesto más resistente, el Alpine se comportó a buen nivel. Alonso pasó en ocho vueltas a Gasly, Ricciardo y finalmente a Carlos Sainz en un bonito y fugaz duelo de españoles. Y siempre, con el mismo procedimiento: DRS en la recta de meta, el Alpine pegado al enemigo y adelantamiento en el asfalto antes de la frenada de la primera curva. Magnífico Alonso, quien no se encontraba satisfecho con su rendimiento en las dos primeras carreras y ya advirtió de que se amoldaría al monoplaza francés cada fin de semana. En Portugal, el mensaje fue prometedor para el español y su bólido, aunque sin tirar cohetes.
«Hemos tenido buenas sensaciones este fin de semana –contó Alonso después de la carrera–. En ritmo, en competitividad respecto a los rivales. Teníamos mejor coche que para hacer octavos. Hubiese podido hacer quinto o sexto». En Portimao el Alpine dio un paso adelante, fue superior al sorprendente AlphaTauri de principio de curso y no dio muchas opciones a los Alfa Romeo. El monoplaza francés empieza a calibrarse y sería una inyección de estímulo para Alonso que en Barcelona pudiera refrendar los progresos el próximo fin de semana.
Todo lo contrario le sucedió a Carlos Sainz, pasajero de la quinta plaza en la parrilla y undécimo al final de 66 vueltas en Portimao. Al madrileño le arruinaron la vida las ruedas amarillas en la parte decisiva, al final del GP. Se murieron sus neumáticos y el español fue cayendo por la cuesta: octavo, noveno, décimo y undécimo.
Por lo que concierne a la pelea por la victoria, la Fórmula 1 regresó a la