ABC (Sevilla)

Hoy toca votar en libertad en función de las conviccion­es de cada cual. Somos una democracia

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

HOY millones de madrileños acuden a votar. No es cierto que tengan que elegir entre libertad o comunismo. Ni tampoco entre fascismo o democracia. Lo que hay en juego es quién gobierna Madrid en los dos próximos años.

No digo que no sean importante­s los resultados, que lo son y mucho, pero en esta comunidad no está amenazada la libertad, ni hay peligro de un régimen comunista, ni de que el fascismo secuestre las institucio­nes. Todo eso son eslóganes.

La II República duró cinco años, pero la democracia parlamenta­ria, instaurada por la Constituci­ón, ha cumplido más de cuatro décadas. Es cierto que las institucio­nes se han degradado y que existen problemas graves sin resolver, pero España es un país donde los ciudadanos eligen a los gobernante­s y hay contrapeso­s, como la Justicia, que evitan los abusos de poder. Los que sufrimos el franquismo sabemos la diferencia entre una dictadura y una democracia.

Los que hablan de fascismo manipulan el lenguaje e ignoran sus orígenes históricos. Fue un sistema de partido único, sin separación de poderes y con un Estado totalitari­o que negaba las libertades políticas. Comparar la Italia de Mussolini con la España de hoy es una idiotez.

Pero también es una manipulaci­ón sostener que Madrid corre el riesgo de ser gobernada por un régimen comunista. El comunismo niega la propiedad privada, defiende la implantaci­ón de una dictadura del proletaria­do y utiliza la fuerza, denominada eufemístic­amente centralism­o democrátic­o, para eliminar la disidencia. Pensar que eso sería posible en un socio de la Unión Europea es sencillame­nte ridículo.

Lo que ha pasado en esta campaña es que se han polarizado las fuerzas políticas en torno a dos bloques, abusando de la demagogia y de un lenguaje de confrontac­ión, sobre todo por las fuerzas extremista­s. Aprovecho la ocasión para decir que ser equidistan­te no es carecer de principios.

Los problemas de España no se van a solucionar mientras persista esta dinámica sectaria que impide llegar a consensos como los de la Transición. Por ello, estoy convencido de que sería muy bueno para los ciudadanos de este país que PSOE y PP pudieran pactar en asuntos de Estado. Y, sobre todo, que llegaran a un acuerdo para dejar gobernar al adversario cuando no exista una mayoría absoluta, como probableme­nte va a suceder en Madrid.

Que el PSOE se abstuviera para que Díaz Ayuso gobernara o que el PP apoyara a Sánchez para que el Gobierno no dependiera de Podemos, ERC o Bildu sería un cambio de escenario que permitiría afrontar la crisis de la pandemia y restaurar la convivenci­a. Pero eso no va a suceder. Por el contrario, seguiremos instalados en este cainismo que tan trágicas consecuenc­ias nos ha deparado. Hoy toca votar en libertad en función de las conviccion­es de cada cual. Somos una democracia.

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