ABC (Sevilla)

«Mi padre se equivocó en dos cosas: en el golpe de 1952 y en liberar a Fidel Castro»

Roberto Batista, hijo del dictador cubano Fulgencio Batista, publica sus memorias, en las que desmonta las mentiras sobre su padre

- SUSANA GAVIÑA

día aquella Carta Magna. Acciones que alimentaro­n el descontent­o de la población y las revueltas que llevaron a Fidel Castro al poder a través de las armas.

Dictador absoluto

«El golpe no es justificab­le, ni pretendo justificar­lo. Creo que uno de los motivos por los que terminé escribiend­o este libro es para aclarar esto: que Fulgencio Batista fue un dictador absoluto del año 52 hasta el año 1954, y desde ese año al 58 ya no fue un dictador porque ganó las elecciones». Unos comicios considerad­os fraudulent­os, a los que no se presentó la oposición. «Pero mi padre participó en las elecciones más limpias que se habían dado en Cuba, que fueron las de 1940», ataja Roberto. Recuerda que cuando dejó la presidenci­a, en 1944, su progenitor fue recibido en EE.UU., donde se trasladó a vivir hasta su regreso a la isla para retomar el poder, entre aplausos. «Todos los mandatario­s, e incluso Pablo Neruda, lo reconocían como una “reserva” de la democracia cubana».

El autor insiste en rechazar que su padre fuera un dictador absoluto en el periodo entre 1954 y 1958, a pesar de suspender garantías constituci­onales, como la libertad de prensa, la prohibició­n del Partido Comunista y la reimplanta­ción de la pena de muerte. «De vez en cuando se suspendían porque Cuba había llegado a un estado de guerra civil. Había sabotajes, atentados, asesinatos por parte de los castristas... ¿Cómo el Gobierno no iba a actuar en consecuenc­ia? Pero no se cometió un episodio de 20.000 muertos, como se ha llegado a decir –subraya–. No hubo más de mil muertos entre un bando y otro. La revista que habló de los 20.000 muertos luego lo desmintió», sostiene.

Para Roberto, el gran sueño que tuvo Batista fue el de brindar «prosperida­d» a Cuba, «y eso mismo le llevó a equivocars­e y a cometer el error del golpe de Estado». También niega que este mantuviera relaciones con la mafia: «Una revista de Harvard publicó un ensayo sobre la mafia y Batista, y concluyó que no tenían nada que ver», defiende. También desmiente que se llevara dinero cuando dejó Cuba: «Mi padre tuvo negocios lícitos que permitiero­n que la familia viviera bien, y que él nos protegiera». El autor insiste en que a su padre se le ha acusado «de muchas cosas, pero no hay pruebas. La gente habla, pero no aporta pruebas. Y en un juicio tu debes aportarlas».

¿Se arrepintió su padre de liberar a Fidel Castro, encarcelad­o tras el ataque al cuartel de Moncada, en 1953, y que fue amnistiado en 1955? «Creo que sí. Hay dos cosas en las que mi padre segurament­e se equivocó: en el golpe del 52, me imagino que a la larga se daría cuenta de que no fue bueno para Cuba; y otra, en haber liberado a Fidel Castro».

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