Irene Vallejo «Las tecnologías necesitan de un contrapunto humanístico y ético»
La autora de ‘El infinito en un junco’ recibió ayer en La Rinconada el premio de la Estación de las Letras y mantuvo un coloquio con Fernando Iwasaki
Ala escritora Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) le ha cambiado la vida un libro: ‘El infinito en un junco’ (Siruela), uno de los más leídos en España durante el pasado año, que continúa cada semana en la lista de los más vendidos y que acaba de iniciar su periplo internacional, con una quinta edición anunciada en Holanda. Antes había publicado dos novelas, pero el «boca a oreja» convirtió a este ensayo sobre el nacimiento del libro en la época clásica, tan ameno como riguroso, en un inesperado ’best seller’ que, además, se ha llevó el último Premio Nacional de Ensayo.
El ajetreo en su vida como autora, por tanto, es ahora mismo continuo y si hace un par de semanas ofrecía en Barcelona el pregón del día de Sant Jordi, la cita con el libro más importante de España, ayer acudía a La Rinconada a recoger el premio ‘Factoría Creativa’ de la Estación de las Letras y a mantener un coloquio con el escritor y colaborador de ABC Fernando Iwasaki. Toda una señal de la importancia que concede esta escritora a la labor casi silenciosa que realizan bibliotecas e instituciones municipales en favor de la lectura.
«Ya en ‘El infinito en un junco’ he defendido el papel de las bibliotecas rurales y de los barrios, que crean un foco de cultura que me parece tan meritorio y admirable. Eso me conmueve y siempre siento el deseo de apoyarlo y hablar de esta actividad silenciosa que pasa desapercibida, pero que se convierte en un foco cultural, esa pequeña hoguera donde la gente acude a calentarse las manos. Las bibliotecas son lugares realmente maravillosos, donde se fomenta más allá de la lectura, que es el corazón del proyecto, la solidaridad», relata.
Lectura y solidaridad, libros y transmisión de conocimientos como un proyecto colectivo que pasa de generación en generación son algunas de las ideas que están en el desarrollo de ‘El infinito en un junco’, un ensayo sobre el nacimiento del libro en la cultura clásica, pero que la autora desarrolla con una prosa poderosa y con ramificaciones que alcanzan el presente. «Está contado como una aventura que está en marcha y de la que formamos parte con esa red de bibliotecas, lectores, colegios, editoriales y, sobre todo, de personas anónimas y que no atraen los focos. La historia de la literatura atiende habitualmente solo a un eslabón de la cadena, que es el creador, cuando los libros y el conocimiento no hubieranan sido posible sin el resto de eslabones, por eso me in-interesa insistir en esa tareaa de los bibliotecarios y todaa esa gente que fomenta laa educación y el conoci-miento».
La época clásica ofre-ce, además, tal como see aprecia en las más de cuatrocientas páginas de este ensayo que a pesar del tiempo transcurrido, fenómenos como la globalización, los fans o la obsesión por la fama son tan antiguos como Alejandro Magno o Tito Livio. «Tenemos cierta tendencia adanista a que
«Nuestros impulsos,impulsos forma de vida y miedos son prácticamente idénticos a los de la época clásica»