Juego de fachas
La democracia española ha escupido un tirano. Hace tiempo que se notaba un cuerpo extraño entre los dientes, mal aliento y peores digestiones, así que aprovechando una movida en los madriles ha conseguido desprenderse de ese resto hediondo que es Pablo Manuel Iglesias Turrión; azote del capitalismo, se marcha al sector privado para hacerse rico y lleva consigo su ideología totalitaria, su rencor y su paranoia (en ocasiones ve fascistas). La democracia, sin embargo, no puede todavía dormir tranquita; tiene un problema grave por resolver: la Generalidad de Cataluña, legítima hija suya, ha devenido en organización criminal. La última fechoría de esa perdida ha sido atentar contra la salud de miles de españoles, policías y guardias civiles, a los que ha negado la vacuna contra el virus. La Generalitat, tarde o temprano conseguirá la independencia, no se rendirá como el pusilánime Iglesias en su infantil «juego de fachas». para Madrid y la democracia, pues les son adversos. Sus meditadas y cursis palabras finales: «Caminando fui lo que fui», entresacadas de «El necio» que su admirado Silvio dedicó a Fidel evidencian que la democracia española, aún joven, aguanta estos envites de aquellos que quieren extrapolar igualdad sólo en la miseria. «Tanta paz lleves, como descanso dejas».