ABC (Sevilla)

El padre canario pasó dos horas en el mar y volvió sin los macutos ni la maleta

- CRUZ MORCILLO MADRID

Cataluña libre! No en mi nombre».

Luego, en el escrito presentado ante el Supremo por su abogada, Marina Roig, el líder de la entidad independen­tista, sin desdecirse sobre el indulto, ya no fue tan contundent­e. A la pregunta del Supremo, en un tono más mesurado, que nada tenía que ver con su proclama tuitera, la defensa de Cuixart transmitió al tribunal que «como preso político su prioridad no es salir de la cárcel sino la resolución del conflicto político por el que cumple condena, empezando por la amnistía como respuesta colectiva en lugar del indulto como solución individual». Y recalcó en su escrito, y en eso sí fue más claro, «que no podía haber actuado de otra manera atendiendo a su conciencia y su compromiso social, que no hay ningún tipo de arrepentim­iento», y, también, «que todo lo que hizo lo volvería a hacer».

Faltan por posicionar­se el resto. Algunos, como la exconsejer­a Dolors Bassa, a diferencia de Cuixart y Junqueras, hace tiempo que dejó claro que aceptaría el indulto: «No soy Mandela. Si puedo salir con un indulto, ¿por qué me tengo que quedar en prisión?».

Por otra parte, el expresiden­te de la Generalita­t Quim Torra aseguró ayer que no pensaba pagar las multas que le impusieron por desobedece­r a la junta electoral al no retirar una pancarta independen­tista del Palau de la Generalita­t, causa que le apeó de la presidenci­a. Le ordenan pagar tres multas que suman 8.500 euros. «Hará falta que me roben ese dinero si lo quieren cobrar», desafió ayer por Twitter.

Ni una sola pista de Olivia y Anna, las pequeñas secuestrad­as por su padre Tomás Gimeno, de 37 años, hace ya ocho días en Tenerife. La Guardia Civil sigue con la búsqueda en el mar, con el análisis de cámaras, teléfonos, cuentas bancarias, registros y movimiento­s anteriores de él, a la vez que toma declaracio­nes a todo aquel que pueda aportar alguna informació­n. El panorama es sombrío, pese a los mensajes de Beatriz Z., la madre de las criaturas. Las únicas horas reconstrui­das con cierta precisión –que han trascendid­o– son las que tienen que ver con lo que ocurrió en la Marina de Santa Cruz la noche del 27 de abril.

Las idas y venidas de Gimeno fueron captadas por las cámaras del puerto. Alrededor de la seis de la tarde, estuvo revisando su lancha de seis metros, solo unos minutos, antes de ir a recoger a su hija mayor que asistía a clases de tenis. Alrededor de las 21.30 esa misma cámara registra la llegada a la Marina del Audi blanco de Gimeno, que aparca junto al pantalán, saca bolsas de lona, una maleta y otros enseres de su coche y da hasta tres viajes cargado con esos bultos hasta la barca. Cuando termina zarpa y regresa a puerto dos horas después, a las 23.30.

A esa hora, según ha podido confirmar ABC, los bultos que había embarcado ya no están en la lancha. Un dato que se desconocía y que centra el foco de los investigad­ores en esas dos horas. ¿Hacia dónde navegó? ¿Qué hizo con la carga? ¿La arrojó al mar, la desembarcó en algún punto o la trasvasó a otra embarcació­n? Esta última hipótesis es la menos probable, dado que se está siguiendo el recorrido de todos los barcos dotados con sistema AIDS o GPS durante esas horas que pudieron navegar por la zona.

Beatriz, en incidentes anteriores, siempre dijo a la Guardia Civil que no quería perjudicar­le.

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