Espadas hubiera deseado eso que toda la vida se ha llamado elegir el momento preciso para presentar batalla
L Oescribo hoy porque ya es oficial: la primera víctima del desafío que el alcalde de la ciudad, Juan Espadas, ha planteado por la candidatura del PSOE a la Presidencia de la Junta de Andalucía es Sevilla. Naturalmente, la ciudad no se quejará ni se hará valer, pero va a salir muy resentida de esta aventura personal en la que el regidor nos ha embarcado a todos, militantes o no del PSOE, votantes o abstencionistas, del Centro o de la periferia. En el éxito o el fracaso de su candidatura vamos todos los sevillanos, lástima que la ciudad se nos queda atrás, esperando en el andén de las oportunidades perdidas, otra más, qué le vamos a hacer. Con unas primarias a cara de perro contra Susana Díaz como se avizoran en mes y medio, Espadas no va a tener tiempo de dirigir la ciudad
Todo esto lo sabe a la perfección Juan Espadas, porque lo tengo por sensato y equilibrado, no como esa vicepresidencia orate que sale a astracanada por día. Pero le da igual. Una vez que planteó el pulso, ya no era dueño de cuándo ni dónde lo emplazarían a remangarse y a hincar el codo para medir las fuerzas. Espadas hubiera deseado eso que los politólogos llaman pilotar los tiempos y que toda la vida de Dios ha sido elegir el momento propicio para dar batalla. Pero en el momento en que ha dado el paso adelante, como quien cruzó el Rubicón, la flecha ya está volando y no es dueño ni de su dirección ni de su velocidad. A él le hubiera convenido retrasar la fecha de esas primarias lo más posible, finales de este año, por ejemplo, para acortar el tiempo de interinidad al que inevitablemente se va a ver abocado: si gana, porque tendrá que volcarse en placearse por toda Andalucía y no podrá compaginar esa dedicación con la de dirigir el Ayuntamiento de una ciudad como Sevilla; si pierde, porque el destino lo habrá sentenciado y penará del rincón en el ángulo oscuro el tiempo de descuento hasta su relevo. Así de ingrata es la política.
Entre tanto, ¿qué gana Sevilla? Nada. Absolutamente nada. Como le tengo aprecio personal, le deseo lo mejor a Espadas en esta aventura en la que se ha dejado embarcar, pero no encuentro ningún beneficio en que todos los sevillanos le sigamos enrolados sin que nadie nos haya pedido permiso. Este junio está demasiado lejos todavía de las elecciones municipales de 2023 como para pensar en que Espadas puede seguir con un pie en cada lado del tablero político municipal y regional. Si a esto le sumamos que por esas mismas fechas abandonará el barco el líder de la oposición municipal, Beltrán Pérez, defenestrado tras otro pulso interno en su partido, ¿qué puede salir mal en los próximos dos años en Sevilla?
De momento, parece aventurado conjeturar cualquier pronóstico. Pero apuesten que Sevilla sale perdiendo. Sin discusión.