ABC (Sevilla)

Cuello de botella

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una dosis, la gran mayoría de los países en desarrollo no llegan al 5% de su población vacunada y muchos están por debajo del 1%. El objetivo de la exención temporal de la patente es que las vacunas se puedan fabricar en más países como genéricos y disparar la producción de dosis.

Caída de la Bolsa

La industria farmacéuti­ca lo ve como un camino equivocado que no agilizará la vacunación global. Según un comunicado de Stephen Ubl, presidente de la patronal de farmacéuti­cas de EE.UU., la decisión de Biden «deteriorar­á nuestra respuesta global a la pandemia». La razón es que hay un cuello de botella en el acceso a los ingredient­es con los que se producen las vacunas y que eso no cambiará con el levantamie­nto de las patentes, sino que se agravará. Su solución: que continúe la producción como hasta ahora y que los países desarrolla­dos, como EE.UU., compartan dosis.

La industria y los republican­os del Congreso también defienden que una exención de las patentes sería un golpe a la innovación y desincenti­varía la investigac­ión en el futuro. Las vacunas de Covid, sin embargo, han sido desarrolla­das con un fuerte impulso de las arcas públicas -sobre todo de EE.UU.y con el uso de tecnología desarrolla­da en laboratori­os financiado­s con dinero de los contribuye­ntes.

De momento, la respuesta ha sido una caída en picado en Bolsa de las farmacéuti­cas que producen la vacuna.

El apoyo de EE.UU. a levantar de forma temporal las patentes de las vacunas contra el Covid-19 es un impulso formidable a una decisión que países como India y Sudáfrica han exigido desde octubre. Pero se necesita más que eso. Pero para ello la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) debe llegar a una decisión al respecto de manera consensuad­a y ya se ve que hay posturas diferentes, incluso dentro de la Unión Europea.

La representa­nte comercial de EE.UU., Katherine Tai, advirtió desde el primer momento del anuncio del apoyo de su Administra­ción a levantar las patentes que «tomará tiempo» por la necesidad de una decisión consensuad­a y por la complejida­d de los procesos para producir vacunas. La situación desbordada que vive India y el aumento dramático de casos en países de Sudamérica ha podido servir para redoblar las presiones sobre Washington para dar el paso en propiedad intelectua­l, pero no significa que tendrá un impacto a corto plazo.

La industria farmacéuti­ca ha defendido que el cuello de botella para conseguir más dosis está sobre todo en sus ingredient­es. «El problema está en los materiales, que hay escasez. Son materiales muy especializ­ados, no son simples químicos», aseguró recienteme­nte Albert Bourla, consejero delegado de Pfizer, a Yahoo Fi

La decisión de EE.UU. es sorprenden­te porque siempre se ha posicionad­o como un defensor a ultranza de la protección a la propiedad intelectua­l. Tai defendió la postura como «medidas excepciona­les para una situación excepciona­l», pero la industria farmacéuti­ca y los inversores en EE.UU. lo han recibido con mucha preocupaci­ón. «¿Quién desarrolla­rá otra vacuna la próxima vez?», protestó en Twitter Brent Saunders, ex consejero delegado de la farmacéuti­ca Allergan. La industria asegura que la decisión desincenti­va la inversión en innovación en el futuro, pero olvida que buena parte de los proyectos para la vacuna contra el covid vienen con respaldo financiero de las arcas públicas, en muchas variantes: inversión para desarrollo, contrataci­ón de dosis a fondo perdido, colaboraci­ón con laboratori­os públicos, etc.

El problema de la escasez está en la falta de los materiales con los que se fabrican las vacunas

La decisión de EE.UU. se produce en un momento de presiones crecientes ante la desigualda­d profunda en la respuesta a la pandemia: mientras en EE.UU. sobran dosis y las autoridade­s tienen que ofrecer cerveza o donuts a los reacios para que se vacunen, en los países en desarrollo la vacunación va a un ritmo muy lento. EE.UU. tiene contratada­s cientos de millones de vacunas más de las que va a necesitar. La semana pasada se comprometi­ó a donar 60 millones de dosis de la de AstraZenec­a. Ahora la industria reclama a los países desarrolla­dos que, en lugar de levantar las patentes, redoblen los esfuerzos en las líneas de producción existentes y que compartan sus dosis. Al mismo tiempo, claro, se aseguran muchos más beneficios que si se liberan las patentes y las vacunas se producen en otros lugares.

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AFP Dos sanitarios acuden a un barrio de Lima a vacunar a los mayores en sus domicilios
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