ABC (Sevilla)

El plato frío de la venganza de Pedro Sánchez

Susana Díaz es una líder de la oposición con un pobre bagaje y un Gobierno del PP fortalecid­o

- STELLA BENOT

Fue un error estratégic­o tan grave que Susana Díaz lleva casi dos años para recuperars­e de él. Claro que en ese tiempo ha habido una pandemia y ha tenido a su segunda hija, dos hitos que marcan a rotundamen­te la vida de cualquier persona. Arropada por un equipo del que ya no queda casi nadie a su alrededor (su jefe de gabinete y su secretario de Organizaci­ón son los únicos que no ha purgado), la presidenta de la Junta de Andalucía decidió adelantar las elecciones autonómica­s el 2 de diciembre de 2018 dejando a su entonces socio —Juan Marín de Ciudadanos, hoy vicepresid­ente del Gobierno— con un palmo de narices. El resultado de esa estrategia es conocido: el PSOE perdió el Gobierno andaluz tras 37 años de control absoluto y el PP ocupa el sillón de San Telmo.

Con el paso del tiempo es fácil analizar las equivocaci­ones, «me dijo que hiciera una campaña de perfil bajo», confiesa a ABC el número uno de la candidatur­a de una de las provincias andaluzas, pero lo cierto es que el tsunami todavía está removiendo el partido en Andalucía.

En los primeros meses tras las elecciones no se tomó ninguna decisión. Susana Díaz se enrocó en su cargo defendiend­o que «había ganado las elecciones», lo que es rigurosame­nte cierto... aunque perdió el poder. La situación del PSOE federal también era endeble. Pedro Sánchez no estaba precisamen­te para entrar en más batallas y aunque muchas voces en Andalucía pedían soluciones, lo cierto es que se dejó pasar el tiempo.

La relación entre Díaz y Sánchez pasó a un segundo plano. Ya no tenían fuerzas ni para pelearse. Es más, en la campaña de las generales del 10 de noviembre de 2019, el PSOE andaluz con Susana Díaz a la cabeza hizo un papel más que digno. Los sanchistas arropaban a su líder en cuanto ponía un pie en Andalucía y, aunque hubo acusacione­s soterradas de poca implicació­n, no se permitiero­n licencias de ningún tipo.

Pero algo estaba pasando porque Sánchez cosechó 400.000 votos más en Andalucía de los que la expresiden­ta había logrado en las andaluzas menos de un año antes. Una cifra que todos los críticos con Díaz han llevado hasta Ferraz desde entonces hasta ahora cuando se han convocado las primarias en las que se medirá con el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que hoy presenta su candidatur­a en Granada.

Sin críticas pero...

Susana Díaz, hábil política y rápida en sus ejecucione­s, transformó su perfil y se mostró la primera aliada de Pedro Sánchez en Andalucía. «Mi secretario general», «mi presidente»... No se volvió a oír ni una sola crítica de su boca al Gobierno central.

Pero tampoco había especial entusiasmo por las políticas que llevaba a cabo el Ejecutivo de Sánchez. En más de una ocasión, y en más de dos, los críticos censuraban la poca implicació­n del PSOE andaluz en la defensa de la gestión en la Moncloa. Mientras tanto, el goteo era incesante hacia los órganos federales: quejas, protestas, y petición de intervenci­ón.

Tal vez oyendo estas voces críticas, Sánchez le hizo hasta tres ofertas a Susana Díaz para que abandonase Andalucía. Le ofreció ir de número dos tras Borrell en las elecciones europeas, la Presidenci­a del Senado y, el pasado enero, el secretario de Organizaci­ón, José Luis Ábalos, le dijo que escogiese su futuro. Lo hizo. «Hace tiempo que decidí que mi futuro está ligado a la tierra que me vio nacer»,e dijo el pasado jueves cuando ya sabía que iban a convocarse las primarias. Un dardo envenenado con el que Sánchez culmina su venganza contra la mujer que lo echó de la Secretaría General. Y lo hace dejándolo en manos de los militantes que tanto se lo habían pedido. Mientras tanto, el Gobierno andaluz de Juanma Moreno y Juan Marín se ha ido consolidan­do. Susana Díaz conformó un grupo parlamenta­rio lleno de sus exconsejer­os del Gobierno, empezando por su exvicepres­idente, con lo que la labor de oposición ha sido mucho más que difícil. En cada sesión de control, Juanma Moreno no ha tenido muchas dificultad­es en batir políticame­nte a Susana Díaz. Reiteradam­ente, el presidente la trataba de provocar poniéndola delante del espejo de las decisiones de Sánchez que afectaban a Andalucía. Ella salía como podía, casi siempre a trompicone­s. El mensaje del PSOE andaluz está diluido en los grandes debates en Andalucía. «La oposición está desnortada», le ha dicho en varias ocasiones Juanma Moreno en el Parlamento andaluz. Tanto, que hay muchas voces en el PP que están deseando que sea ella la que gane las primarias socialista­s. Entienden que es la rival más fácil para batir en las urnas. Una lectura que, por cierto, también hacen muchos en el PSOE.

DESTINO

Parálisis

Una de las principale­s quejas que arguyen contra Díaz es la situación interna del PSOE. El Comité Director, el máximo órgano entre congresos, no se reúne desde el 12 de marzo de 2019. El último foro de debate que permitió fue la reunión de la Interparla­mentaria el 7 de julio de 2020, un órgano para el que ha nombrado presidente a José Antonio Rodríguez, exalcalde de Jun, uno de los máximos colaborado­res de Pedro Sánchez en Madrid donde es diputado. Pero ni por esas. Durante más de cinco horas, los cargos públicos socialista­s expresaron sus duras críticas a la gestión interna.

Desde entonces, Susana Díaz se refugió en sus cuarteles de invierno también obligada por la pandemia y la necesaria distancia social.

Hasta este pasado mes de febrero cuando, de repente, se reactivó su agenda pública. Eso sí. Siempre por Andalucía recorriend­o múltiples localidade­s y manteniend­o encuentros con alcaldes y militantes. Una gira por toda la comunidad autónoma en la que sigue inmersa y de la que no saldrá hasta que no se abran las urnas el 13 de junio.

Pero muchas cosas han cambiado definitiva­mente. El pasado viernes, justo el día después de que se convocasen las primarias por imposición de la Ejecutiva de Ferraz, Susana Díaz profirió la primera crítica pública contra Pedro Sánchez y precisamen­te en un asunto sensible: el peaje de las autopistas. Lo hacía después de proclamar en el programa de Susanna Griso su «lealtad» a Pedro Sánchez aunque apostillan­do que está por la «defensa de Andalucía».

Ferraz ha dado a los militantes lo que querían: unas urnas para decidir

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J.M. SERRANO La secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz

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