El hambre crónica en Los Pajaritos
Hermanamientos de los Pueblos del Mundo nota de nuevo un repunte de solicitudes para recibir alimentos
José llena hasta arriba un carro de la compra con productos de alimentación para sus hijos de dos y tres años. Voluntarios de la Asociación de Hermanamientos de los Pueblos del Mundo le van entregando potitos, cereales o leche para el mes en una mesa dispuesta en la puerta. «Mi mujer y yo ya estábamos desempleados antes de que llegara la pandemia y ahora todo es mucho más complicado», explica a ABC de Sevilla.
Con un subsidio desde el verano luchan por resistir. También es el caso de Ionela, una madre de cuatro niños, que acudió a esta entidad justo cuando el confinamiento más duro, en el mes de marzo de 2021. «Mi marido es mecánico y estuvo en un ERTE tres meses, ahora ha vuelto a media jornada, pero mientras yo siga en paro no nos llega para el alquiler, la luz y todo», confiesa mientras recoge con rapidez los artículos para no retrasar el siguiente turno.
Cerca de 150 familias de la zona de Tres Barrios-Amate, el barrio más pobre de España junto al Polígono Sur, acuden cada mes por alimentos no perecederos o productos infantiles. En esta entidad, además, preparan 240 menús de lunes a sábado en su catering social. Y dejan productos a un 60% de su valor a 72 familias en el econocina, «si me sobran cebollas las cortamos finitas y las congelamos para algún sofrito».
La actividad es constante. Pelando patatas en el patio, descargando productos de una furgoneta o preparando las bolsas para el reparto a domicilio de la comida del catering a cincuenta beneficiarios con problemas de movilidad. Todo ello gracias en gran parte a la labor de treinta voluntarios que se van turnado y de personas que desarrollan sus servicios a la comunidad como alternativa penitenciaria.
La atención a los beneficiarios y todo el papeleo corre a cargo de dos trabajadoras sociales. «Durante los primeros meses atendimos a personas que no podían entregarnos la documentación habitual porque los Servicios Sociales estaban saturados y no podíamos dejarlas así», explica Erika, trabajadora social y vicepresidenta, tras atender a una familia que recurre por primera vez a la asociación, recién llegados de Estepona y con cinco hijos. Ahora los papeles de todos los beneficiarios están en regla pero la alarma se enciende de nuevo porque las solicitudes para acceder a alimentos está creciendo otra vez. Sin ir más lejos, ayer tres familias se dieron de alta.
No sería posible este recurso sin la inmensa ayuda del Banco de Alimentos de Sevilla y de entidades comprometidas como la Fundación MAS o la Fundación laCaixa. Dos grandes congeladores del almacén fueron donados en plena crisis por esta última. «Es una maravilla porque nos permite usar alimentos en dos o tres meses si hemos recibido gran cantidad», asegura agradecido Juan Pagés.
Los voluntarios son el motor que mantiene en movimiento a la Asociación de Hermanamientos, con energía, con buen humor y de todas las edades. Francisco lleva 12 años ligado a esta entidad, desde sus inicios cuando aún no contaban con el catering. Este albañil se jubiló antes de tiempo cuando cayó de un tercer piso. Ese tiempo libre que vio por delante cuando logró cierta movilidad decidió dedicarlo a los demás. En la entidad está de 7.30 a 14, sin contar los días que también se acerca por la tarde. «Aquí estoy rodeado siempre de gente buena», indica con una enorme sonrisa, «y nunca ni una familia ha dado un solo problema, son personas como tú o yo».
Es cierto. Son familias que no dejan ver a simple vista el drama que arrastran, la angustia por no poder llevar a sus hijos los alimentos que necesitan en pleno crecimiento. Mientras, en el almacén las estanterías se llenan y se vacían constantemente con una rapidez sobrecogedora.