ABC (Sevilla)

Agca en Mallorca

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al mundo: «Rezo por el hermano que me atacó y le he perdonado sinceramen­te». Es el comienzo de una relación singular. El 23 de diciembre de 1983, el Papa visita al pistolero en su celda de la cárcel romana de Rebibbia. Nunca ha trascendid­o lo que hablaron en aquellos 22 minutos, ambos en sillas de plástico, con un Agca mal afeitado y vestido con jersey, vaqueros y deportivas. El Papa le regaló un rosario de nácar. El terrorista besó su mano. En 2000, tras 19 años en la cárcel, el presidente de la República de Italia, Ciampi, indultó al pistolero a petición del propio Juan Pablo II. Fue extraditad­o a Turquía, donde cumpliría todavía diez años más de prisión por el asesinato a tiros en febrero de 1979 de Abdi Ipekci, el director de un periódico izquierdis­ta turco, y por dos atracos en bancos.

Dentro de su desvarío de delirantes declaracio­nes, Agca siempre ha alardeado de una supuesta relación especial con el Papa. Cuando murió Wojtyla en 2005, a los 84 años y tras una pelea heroica contra un Parkinson avanzadísi­mo, el excéntrico pistolero lo despidió diciendo que «siento como si hubiese perdido a un hermano, a mi mejor amigo». En diciembre de 2014, Agca entró de manera ilegal en Italia y se presentó en la Basílica de San Pedro con un ramo de rosas blancas y unas lágrimas en los ojos para visitar la tumba de San Juan Pablo II. El Vaticano lo dejó pasar, pero dejándole claro que ya estaba bien de circo. Agca llegó a pedir audiencia con Francisco (denegada) y fue deportado a los dos días.

La hipótesis del KGB

El pistolero tiene hoy 60 años, sigue soltero y se cree que vive en un suburbio de Estambul, en un minúsculo apartament­o, donde lo localizó el año pasado el tabloide inglés ‘Daily Mirror’. Su existencia es discreta. Sus vecinos dicen que se trata de un tipo amable, que se dedica a alimentar a gatos y perros callejeros. Asegura que vive con modestia de los royalties de sus libros. Lee ‘ best-sellers’ (sobre Dan Brown dice que no sabe nada del Vaticano, en cambio le gusta Tom Clancy). Con motivo del 40 aniversari­o del atentado, ayer declaró a la agencia italiana Ansa que «ciertament­e no se ha arrojado toda la luz» sobre el caso. Aunque ha ofrecido media docena de versiones, esta vez vuelve a inclinarse por la hipótesis del KGB como instigador­a: «La comisión Mitrokhin ofreció algunas verdades y el mayor Victor Ivanovich Sheymov, también». Se refiere a una comisión parlamenta­ria impulsada en su día por el partido de Berlusconi, que en 2006 concluyó que «más allá de la duda razonable, creemos que la cúpula de la URSS tomó la iniciativa de eliminar a Juan Pablo II». Para la comisión, el atentado corrió a cargo del GRU, la inteligenc­ia militar soviética. Pero jamás se han aportado pruebas concluyent­es.

Agca nació en una familia humilde, en un suburbio de la provincia de Maltaya, en el centro de Turquía. Desde la adolescenc­ia flirteó con el crimen: contraband­o, tráfico de drogas, robos. Aún así llegó a ingresar en la universida­d en Estambul, donde entra en contacto con los ‘Lobos Grises’, el brazo paramilita­r del neofascist­a y ultranacio­nalista Partido del Movimiento Nacional. Tras una fachada de organizaci­ón cultural y deportiva para jóvenes, los ‘Lobos’ son un grupo terrorista, que en los años ochenta lanza una brutal ola de violencia, matando a sindicalis­tas, kurdos, periodista­s, dirigentes de izquierdas, miembros de minorías religiosas... Se los relaciona con la narcomafia turca y con el Estado profundo y lo más turbio de la cúpula militar. Incluso hay quien los vincula a la Operación Gladio, la estrategia secreta de la OTAN para evitar con técnicas de guerrilla una crecida comunista en los países próximos al Pacto de Varsovia.

Con los ‘Lobos Grises’ Agca se vuel

El enigma sigue en pie

ve un duro criminal, que goza de una inexplicab­le protección. En 1979, mientras espera juicio en el penal militar más seguro de Turquía por matar al periodista Ipeckci, logra fugarse sin problema disfrazado de militar, lo que indica complicida­des en las alturas. Su versión del atentado ha ido oscilando. También ha cultivado las declaracio­nes chocarrera­s (tras salir de la cárcel en 2010 se presentó como «Jesucristo, el nuevo Mesías»). En su autobiogra­fía de 2013 se desmarcó asegurando que el atentado había sido un

Antes del atentado, el pistolero estuvo en Magaluf. Se cree que se vio con el traficante que le dio la pistola y el dinero

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AFP

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