Vox activa su operación candidata a la Junta
El partido de Abascal busca entre una terna de diputadas nacionales una imagen renovada y diferenciada del PP
La destitución de Alejandro Hernández como portavoz la pasada semana ya se llevaba barruntando desde hace tiempo en Madrid. Sólo hay un partido político en España que presume de no querer ni organizaciones juveniles, ni baronías regionales que desatiendan los mensajes de su ejecutiva nacional. Y ese es Vox. Si la formación de Santiago Abascal aboga por devolver competencias autonómicas, es lógico que tampoco deje mucha manga ancha a la hora de tomar decisiones en sus parlamentos regionales. ¿Cruzó alguna línea roja Hernández en sus negociaciones con el PP de Moreno habida cuenta que con Ciudadanos no negocia por deseo expreso de estos? No. Todo se consensuó con Madrid, pero la línea demasiado complaciente con los populares no estaba gustando. Y menos cuando se acercan las próximas autonómicas y había que buscar ya diferencias e identidad propia como alternativa electoral. Amén de su poco espíritu dialogante con el propio grupo parlamentario, donde sus compañeros han denunciado una actitud demasiado impositiva. Duro con sus propias espigas y demasiado blando con las espuelas de la ‘competencia’. Por no hablar de la poca empatía de Alejandro Hernández con los medios, cosa esta que para ellos, en principio, no cuenta; pero donde luego les gusta verse bien reflejados. La primera reacción del sucesor de Francisco Serrano tras su relevo como portavoz fue darse de baja de todos los WhatsApp del grupo parlamentario. Su escaño en la sesión del pleno de ayer en la Cámara estaba vacío. En el PP andaluz están muy preocupados por este giro inesperado de Vox. Temen que haya que reconstruir nuevos puentes.
Manuel Gavira, el nuevo portavoz, ocupaba un puesto en la Mesa del Parlamento y a partir de ahora se verá algo inédito en la Cámara regional: tendrá que bajar de la misma para tomar la palabra en nombre de su grupo.
Gavira, abogado, diput a do por Cádiz, formaba parte del ‘núcleo duro’ —junto a Alejandro Hernández y Rodrigo Alonso—, de los once diputados regionales. Cabe recordar que la cabeza de lista por Almería, Luz Belinda Rodríguez, la número doce, abandonó la formación por desavenencias internas y ahora figura como diputada no adscrita, simpatizante de FE de las JONS. El tercero, Rodrigo Alonso está volcado con el sindicato del partido que toma su nombre del histórico movimiento de Lech Walesa, Solidaridad. Y están muy contentos, ya que en apenas siete meses del invento, cuenta con casi 12.000 afiliados y acaba de celebrar su propio 1 de mayo. Era por tanto, Manuel Gavira, el elegido para el cambio en la formación de la nueva derecha —una imagen más propia y distanciada del PP—, que tiene que dar a partir de ahora. Esto no quiere decir más bronca ni más ‘gruesa’. En el partido gusta mucho el perfil de Rocío Monasterio, candidata en la Asamblea de Madrid, que se ajusta al ‘efecto junco’, firme y flexible a la vez; dulce y suave en las formas, pero dura y convincente en la batalla de las ideas, donde tienen que diferenciarse del PP, «abducido por el consenso progre», como les gusta llamar a todo lo que se acerque a la partitocracia, el autonomismo, el feminismo, la socialdemocracia o el ecologismo no conservacionista.
El «bluff» de Olona
Por eso no se descarta que la próxima candidata de Vox a presidir la Junta sea una mujer, eso sí, elegida desde la Ejecutiva Nacional. Macarena Olona, alicantina, diputada por Granada, nunca estuvo en las quinielas, aunque el partido se dejó llevar por el efecto llamativo que produjo el hecho de que mientras el presidente de la Junta celebraba el día de Andalucía, ella llenaba la Plaza de San Francisco en Sevilla con un discurso anti 28-F. La fecha elegida fue simplemente por motivos de ajuste de agenda. Olona no tenía otro día libre. Desde Madrid creen que, salvo que las encuestas den una posibilidad altísima de ser alternativa real de gobierno, no merece la pena «quemar» a uno de sus puntales en el Congreso de los Diputados para obtener, como mucho, una consejería para esta abogada del Estado.
Cobra fuerza Reyes Romero, cabeza de lista al Congreso de los Diputados por Sevilla. A pesar de no ser su fuerte la oratoria es muy disciplinada, trabajadora, leal a la dirección nacional, sin más ambición personal que servir al partido allí donde le manden. Aparte de ser una fotografía totalmente renovada, ha demostrado saber formar equipo, como lo hizo cuando llevó la vicepresidencia en la capital hispalense mientras su actual mandatario, Javier Cortés, se desplazó a Madrid por su trabajo como economista. Está casada con Macario Valpuesta, presidente del grupo Parlamentario en Andalucía, catedrático de Instituto fue profesor de Derecho Romano. Romero se desenvuelve bien en el campo, su origen familiar es agrario, caladero junto con los barrios obreros y periféricos donde Vox busca su nicho de mercado. Al contrario de lo que pueda parecer, la formación de Abascal suma por su radicalidad para una coalición de derechas allí donde el PP o Cs nunca podrían llegar.
La segunda en la lista podría ser Rocío de Meer. Nacida en Madrid en 1989, es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense. Está casada y es madre de dos niños. Diputada nacional electa por Almería, Meer saltó a los periódicos en la localidad vizcaína de Sestao, en plena campaña de las elecciones al Parlamento vasco de 2020. En un mitin de Vox donde participaba recibió una pedrada. Su ceja izquierda con sangre fue cuestionada por la ultraizquierda como «ketchup».
Cierra la terna Patricia Rueda, primera diputada electa de Vox por Málaga. Ha sido, durante casi una década, directora del Museo Automovilístico y de la Moda de la Costa del Sol. Es diplomada en Educación infantil y licenciada en Publicidad y Rela
ciones Públicas.