ABC (Sevilla)

Pánico a perder el hito del 50% del voto secesionis­ta logrado el 14-F

Las entidades soberanist­as aprietan a Junts y ERC para que reviertan su enroque

- MIQUEL VERA BARCELONA

El independen­tismo catalán lanzó en la campaña del 14-F la promesa de redoblar su ofensiva para alcanzar la secesión si sumaba más del 50% de los votos, un hito jamás alcanzado hasta entonces en unos comicios autonómico­s. Finalmente, la suma de los sufragios de ERC, Junts, la CUP y el PDECat (que no logró representa­ción pero sí más de 70.000 votos) permitió lograr esa meta por la mínima con el 50,8 por ciento de los votos emitidos que los partidos ‘indepes’ elevan al 52% según sus propios cálculos.

Este resultado, calificado de «histórico», se logró en un contexto de participac­ión a la baja marcado por la pandemia. Ahora, con las negociacio­nes atascadas y los partidos en pleno choque, salvar ese hito es casi el único amarre que mantiene a todos los actores sentados en la mesa.

Se extienden los nervios

Conforme pasan los días se extiende entre partidos, cargos y entidades soberanist­as el miedo a perder su tan buscado 50% de voto separatist­a. «Tenemos que evitar unas nuevas elecciones, no podemos perder el 52%. El 14F el independen­tismo perdió 700.000 votos. ¿Cuántos más están dispuestos a perder Junts y Esquerra?», advertía ya a principios de esta semana la dirigente de la CUP Eulàlia Reguant en TV3 al ver como las dos grandes formacione­s soberanist­as apuraban la fecha límite para la repetición electoral sin apenas avanzar.

No en vano, los antisistem­a consideran capital evitar una repetición electoral para no poner en peligro una hazaña estadístic­a que, a su parecer, avala las aspiracion­es del movimiento y justifica su objetivo de preparar un nuevo «embate democrátic­o» contra el Estado. Ayer, los anticapita­listas siguieron insistiend­o en público y en privado sobre de la necesidad urgente de resguardar los resultados del 14F que, a su parecer, suponen una oportunida­d para avanzar hacia la independen­cia a lo largo de la legislatur­a.

En este contexto de emergencia, también las dos grandes entidades separatist­as –la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural– han empezado a lanzar toques de alerta para evitar las urnas y conservar este 50% de apoyo electoral. Por ello, ambas organizaci­ones han activado sus respectiva­s maquinaria­s en las últimas horas para presionar tanto a Junts per Catalunya como a ERC para que no echen a perder una cifra de apoyo a la independen­cia largamente anhelada.

Desde la ANC, responsabl­es de las manifestac­iones masivas de la Diada, han anunciado una concentrac­ión delante del Palau de la Generalita­t este domingo. «¡Así no! Queremos un acuerdo, queremos un gobierno y queremos un plan», aseveró ayer la presidenta de la entidad, Elisenda Paluzie, al explicar la movilizaci­ón desde las puertas del Parlament. «No ha habido ningún gesto por parte del Estado. Al contrario, están en una ofensiva permanente desde hace más de tres años y el movimiento independen­tista ha estado resistiend­o.

Es necesario pasar a la ofensiva», añadió ante los medios esta dirigente muy cercana a las tesis de Carles Puigdemont.

Presión de Lledoners

También Òmnium Cultural –la organizaci­ón soberanist­a mayoritari­a, ahora cercana a ERC y a los comunes de Ada Colau– se ha puesto a trabajar para evitar la repetición electoral. El encargado de expresar esta intención fue ayer su presidente, Jordi Cuixart, quien, a pesar de estar cumpliendo condena en la prisión de Lledoners (Barcelona) por su papel en el referéndum ilegal del 1-O presidió por la tarde un acto en Barcelona que contó entre sus asistentes a los protagonis­tas del enroque que mantiene en vilo el independen­tismo: Laura Borràs (candidata de Junts el 14- y presidenta del Parlament) y el presidenci­able de ERC, Pere Aragonès. También estaban con él representa­ntes de la CUP y el expresiden­te Quim Torra, entre otros.

Ante este auditorio, Cuixart aleccionó a las grandes formacione­s independen­tistas, que llevaban encima una maratonian­a jornada de reuniones para tratar de salir del callejón sin salida en la que se han metido a lo largo de las últimas semanas. «Pedimos a la clase política que abandone las dinámicas de desgaste y el hipertacti­cismo. Recordemos que el objetivo de la represión es dividir a los que luchan, no lo deben conseguir, debemos seguir luchando sin que nos dividan», reclamó Cuixart ante Borràs y Aragonès, que apenas se dirigieron la mirada a pesar de estar uno casi al lado del otro. «Las decisiones políticas que se tomen los próximos días tienen consecuenc­ias que pueden ser irreversib­les», alertó Cuixart. Los nervios se extienden.

«Las decisiones de los próximos días tienen consecuenc­ias que pueden ser irreversib­les»

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EFE PEP DALMAU Jordi Sànchez y Jordi Cuixart

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