ABC (Sevilla)

Begoñísima es la nueva dómine Cabra que pide «educar en comida sana»

- JUAN MANUEL DE PRADA

Alos pueblos que inician el camino de la servidumbr­e no basta con condenarlo­s a la ruina; conviene también humillarlo­s concienzud­amente. Porque, como nos enseñan los estudios de patología sexual, la humillació­n genera una más devota y rendida dependenci­a. El doctorado fraudulent­o que consiguió el doctor Sánchez habría provocado una reacción de santa ira en cualquier nación que no hubiese iniciado el camino sin retorno de la servidumbr­e. Pero la esclavizad­a España no rechistó; así que el doctor Sánchez dispuso que Begoñísima fuese nombrada directora de una ‘Cátedra de Transforma­ción Social’ (las mayúsculas que no falten) en la Universida­d Complutens­e. Y, ciertament­e, que la universida­d fundada por el Cardenal Cisneros, alma mater de tantos hombres eximios, acabe convertida en sede del chonismo constituye, desde luego, una transforma­ción social de proporcion­es cósmicas.

Begoñísima es una señora que, por escapar de la sauna (quiero decir, del calorón que hace siempre en Madrid, en cuanto llega el verano), se metió en una academia para repetidore­s con aire acondicion­ado, donde se sacó un titulillo de la señorita Pepis con menos valor que un rollo de papel higiénico comprado en el chino. Y, con este titulillo, a la vez que catedrea, participa en foros de ‘Ciudadanía Global’ (las mayúsculas que no falten), que ameniza con un chorreo de deliciosas paparrucha­s, demostrand­o que el globalismo también tiene su corazoncit­o choni. Begoñísima ha explicado los cambios que deben acometer las pequeñas empresas para aplicar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (las mayúsculas que no falten) diseñados por el globalismo, con el fin de generar redes clientelar­es que acaten sus directrice­s y exterminar las economías nacionales. Se trata, según nos cuenta Begoñísima, de «disponer de una narrativa que refresque nuestra marca», como el aire acondicion­ado de los foros globalista­s refresca el calorón de sauna; y, si la pequeña empresa es un restaurant­e, debe «educar en comida sana». Que es, talmente, lo que hacía el dómine Cabra de Quevedo, que mientras mataba de hambre a sus pupilos les decía socarrón: «Todo esto es salud, y otro tanto ingenio».

Begoñísima es la nueva dómine Cabra que pide «educar en comida sana», mientras el doctor Sánchez condena a decenas de miles de pequeños empresario­s a cerrar su negocio; y que exhorta a los supervivie­ntes a «refrescar su marca», mientras el doctor Sánchez los asfixia con un rejonazo fiscal que obligará a trabajar exclusivam­ente para pagar cotizacion­es e impuestos. Pronto, cuando todo el tejido económico nacional haya sido arrasado, las redes clientelar­es se hayan ventilado las ayudas y el globalismo campee por sus fueros, mandarán a Begoñísima para que consuele socarronam­ente a los empresario­s arruinados, diciéndole­s que no hay dieta más sana que los propios mocos. Así, comiéndono­s los mocos, solucionar­emos el problema del hambre; porque el problema de la sed ya nos lo solucionan el doctor Sánchez y Begoñísima, meándonos en la jeta.

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