Con su acento

Octogenario, con una memoria RAM innata, no olvida el corral de vecinos de la calle Campamento, donde, de la mano de su abuelo, conoció Sevilla. Aquella casa de vecinos del barrio de San Bernardo se llamaba ‘El horno pintao’. Se fue a Barcelona con veintitrés años y recuerda que el primer Rocío que se montó en Santa Coloma fue con un póster de la Virgen y en pleno campo. En el castillo de Castelldefels montaron la primera Feria de Abril. Admira la escuela barroca española de pintura y tiene a Pablo Picasso en lo alto del altar contemporáneo. Se quedó a vivir en Tomares tras su periplo por Barcelona, con dinero suficiente como para montar un taller y abrir casa desde donde se ve la Giralda y oye amanecer a su pueblo. Nunca rindió su acento a las eses impostadas y a la música ajena de otras lenguas. Luis Cernuda es su poeta indiscutible. recogidas en la trilogía lírica que le he dedicado a Tomares. Los he titulado ‘Aprendiz de poeta en Tomares’, ‘Entre Sevilla y Tomares’ y ‘Tomares, ayer y hoy’.

—Parece estarle muy agradecido al pueblo…

—Como para no estarlo. Me abrió las puertas Sebastián Romero el del bar Estanco, seguí trabajando como modelista industrial y parte del mobiliario urbano salió de mi taller. Conocí a personajes como Tejero, Sebastiana, la limpiadora del Sánchez Pizjuán, el pintor Luciano Rodríguez. El escudo en bronce de la sala de Plenos, así como el que se colocó en la puerta principal del Ayuntamiento, los cedí a la ciudad intentando condonar mi deuda. Algo que nunca podré conseguir.

—Con su amigo Tejero se le quedó clavada una espinita.

—Y bien que duele. Le prometió una Virgen del Rocío en bronce para hacer el camino. Pero, por líos de trabajo, no pude hacérsela. Me decía: «Luis, me moriré y no tendré esa Virgen». Y en el último Rocío se murió y me quedé con esa espina clavada.

—La otra espina, la catalana, que también hiere, ¿tiene arreglo?

—Siempre querrán más y eso tiene difícil solución. Es una incansable fábrica de agravios.