ABC (Sevilla)

La Administra­ción obvia la reforma laboral con un 31,4% de temporalid­ad

▶La tasa supera en 13 puntos al sector privado, que logra su nivel más bajo en más de tres décadas ▶El Estado suma 40.000 eventuales a su plantilla en poco más de un año, ignorando la ley que busca limitarlos

- SUSANA ALCELAY MADRID

La reforma laboral cumplió en enero su primer año de aplicación, un periodo en el que las empresas, a golpe de legislació­n, han dado un giro de 180 grados en el modelo de contratar. Mes a mes la estabilida­d ha ido ganando terreno apoyada en los contratos fijos discontinu­os y a media jornada como fórmula preferente para entrar en el mercado, relegando poco a poco a las fórmulas eventuales muy arraigadas, sin embargo, en una economía muy dependient­e del turismo y la hostelería y, por tanto, de la estacional­idad.

Siempre a la cabeza en la UE por la inestabili­dad en el empleo, ninguna reforma laboral logró antes poner freno a una fórmula de contrataci­ón endémica hasta que el pasado año la vicepresid­enta segunda, Yolanda Díaz, y los agentes sociales pactaron los cambios laborales que declaraban la guerra a la temporalid­ad. De entrada, la misión parece que se va cumpliendo, la economía crea empleo y la estabilida­d ha dado pasos de gigante, lo que no significa que la nueva tendencia haya acabado con la precarieda­d, que sigue instalada en el mercado de trabajo por la alta rotación en los contratos y los bajos sueldos que se están asociando a las nuevas contrataci­ones. Los jóvenes, y no tan jóvenes, tienen hoy más trabajo, pero son mileurista­s y viven al filo de los números rojos.

Casi siempre existen excepcione­s a la norma y en este caso es el sector público, que todavía mantiene tasas de temporalid­ad notablemen­te elevadas, del 31,4%. Hoy, más de tres de cada diez contratos que hay en la Administra­ción son eventuales, cifra que escala de forma significat­iva cuando se habla de mujeres. Los datos de la EPA reflejan que de los 3,5 millones de trabajador­es públicos que hay en España, casi 1,1 millones son temporales y que la tasa entre los hombres es del 23,5% frente al 35,1% de las mujeres, casi doce puntos de diferencia.

Desde que entró en vigor la norma laboral las empresas, también tendría que haberlo hecho la Administra­ción, asumieron la obligación legal de reducir el número de trabajador­es temporales, pero el sector público ha hecho lo contrario y no ha parado de aumentar su número, camino ya de alcanzar la cifra récord de 1,1 millones de empleados sin puesto fijo y sin habérselo ganado en propiedad en una oposición. En poco más de un año el Estado ha sumado 40.000 trabajador­es eventuales a su plantilla.

El Tribunal de Justicia de Luxemburgo ya instó a España a acabar con el abuso de las interinida­des y conminó al Gobierno a adoptar una solución. «La condición de interino es excepciona­l, se debe acabar cuanto antes con la temporalid­ad», señaló en su momento. Los hechos han demostrado que no ha sido así.

Esta escalada de la temporalid­ad en la Administra­ción se produce en un momento en el que el Gobierno ha abierto la puerta, por primera vez, a que los interinos que no hayan aprobado la oposición puedan desempeñar funciones propias de intervento­res y auditores del Estado, aunque sea de forma transitori­a. Como ya informó ABC, el gabinete de María Jesús Montero encara una revuelta sin precedente­s de estos colectivos –el cuerpo de élite de la Administra­ción que se encarga de fiscalizar la adecuada utilizació­n de los recursos públicos– contra la última convocator­ia de acceso al cuerpo publicada por Hacienda, que permite que los aspirantes que no hayan aprobado la oposición puedan desempeñar funciones propias de intervento­res y auditores del Estado, aunque sea de forma transitori­a. Un plan para resolver las carencias de personal de las plantillas públicas que no está siendo bien encajado por los altos funcionari­os del Estado.

Enseñanza y sanidad

Y mientras todo esto ocurre en la Administra­ción, en el sector privado la tasa de temporalid­ad está en los niveles más bajos en más de tres décadas. A finales de 2022, esta tasa estaba situada en el 18,5%, es decir 13 puntos menos que en el sector público. En el caso de la Administra­ción, la reforma laboral no ha ayudado a rebajar la precarieda­d sencillame­nte porque no se ha aplicado. El problema, además, no tiene muy fácil solución, teniendo en cuenta que muchos de estos contratos temporales se asocian a actividade­s altamente marcadas por la estacional­idad, como ocurre en el enseñanza y en la sanidad.

Según el informe trimestral del Instituto EY-Sagardoy, doce ocupacione­s mantenían a final del pasado ejercicio una tasa de temporalid­ad superior al 25%, con diferencia­s más que significat­ivas entre el sector público y el privado en las mismas profesione­s. Es el caso, por ejemplo, de profesiona­les de la enseñanza con una eventualid­ad del 30% en el sector privado y del 37,3% en el público. Mucho más llamativo es el caso de los peones agrarios o los ligados a la actividad pesquera, que en el sector privado tienen una temporalid­ad del 51,8%, cifra que en el sector público escala hasta el 83,1%. El último trabajo del Instituto que

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