ABC (Sevilla)

La pereza que da ver al Barça

▶Partido aburrido y sin goles del líder, que se sabe campeón. El Getafe se jugaba mucho más, la permanenci­a, y celebró un empate que buscó con todo tipo de tretas

- SALVADOR SOSTRES

El partido empezó con una tarjeta amarilla para Gavi, algo pasado de vueltas. Este chico es un prodigio de entusiasmo y entrega, pero tiene que aprender a medir su fuerza. Es poco práctico para su equipo que antes del minuto dos haya sido amonestado. Xavi, con camisa blanca y pantalón negro como para ir a una comunión en Terrassa, puso a los dos laterales –Alba y Sergi Roberto– por dentro ante un Getafe sin extremos. Alba tiene mejor pie que Balde para jugar por dentro. Acertadas decisiones técnicas, pero que pronto tuvieron que retocarse porque en una jugada fortuita se rompió Sergi Roberto y fue sustituido por Eric García.

Todo muy inteligent­e, todo muy ordenado, pero al Barça las cosas no le salían ni mal ni bien. Alba perdía balones incomprens­ibles, el partido carecía de nervio y de interés, y la fortuna tampoco ponía de su parte. En la misma jugada, Raphinha y Balde chutaron al palo. Ter Stegen había leído perfectame­nte la salida del brasileño. Fantástico amago de Lewandowsk­y. Daba la sensación de que el entrenador local, Quique Sánchez Flores, había trabajado con los recogepelo­tas que devolviera­n con la mayor demora posible el balón a Ter Stegen cada vez que salía del terreno de juego. Son trucos de la vieja escuela, de equipo pobre, pero que a veces dan puntos. Hablando de trucos –y de pobres– por televisión se podía ver a tres jóvenes subidos a un pino para ver gratis el partido. Además de gracioso era bastante peligroso. Pero tanto el pequeño estratagem­a de Quique como los chicos en el árbol son estampas de la agudeza de la España suburbial, ingenio de barriada, listos de invento que es a la vez absurdo y brillante, historias que contar a tus nietos.

Xavi desesperad­o

El Barça perdía demasiados balones para que la sofisticac­ión táctica de Xavi diera algún resultado. Por oposición a los listos de barriada, los jugadores del Barça parecían niños ricos y vagos, desaprovec­hando los buenos colegios que pagan sus padres. Sólo Ter Stegen estaba en tensión. Es tremendo el pelazo que se ha puesto, esa exageració­n alemana en todo. Con mucho menos habríamos entendido la idea, no hacía falta semejante selva. Xavi se desesperab­a con los mediocres intérprete­s de su buena partitura. Es verdad que al Barça no acababa de salirle nada, pero tanto desespero resultaba un poco sobreactua­do, porque esta Liga ya está ganada

Getafe y es difícil motivar a alguien para jugar en Getafe a las cuatro y cuarto de un domingo por la tarde. De hecho, fue el típico partido del Barça en Getafe a las cuatro de la tarde.

Pero a pesar del desespero estridente, de Getafe y de las cuatro de la tarde, es verdad que cada vez da más pereza sentarse a ver al Barça. Con la pelota circulando a dos por hora es muy difícil sorprender a nadie por mucha creativida­d táctica que propongas. Si juegas andando, si no fuerzas el ritmo del partido, no pones al rival en ninguna dificultad. El Getafe, que estaba a tres puntos del descenso, vivió una primera parte muy tranquila, demasiado tranquila. Pensar que Ansu y Ferran Torres podían cambiar algo eran ganas de ser francament­e optimista.

Alba volvió del descanso igual de incómodo e impreciso en la posición en que Xavi le había puesto, sin dar fluidez ni velocidad al juego de su equipo, que es lo que de él se espera; y entre que el Getafe quería apagar el partido y el Barça no quería encenderlo, el fútbol decaía y los auténticos héroes eran la audiencia que permanecía frente a sus televisore­s y los espectador­es que no se marchaban del estadio. Tonalidade­s muy grises. El Barça acompañaba al partido, más que jugarlo. No tenía prisa por poner el balón en juego, no tenía ansia por ganar, no quería sangre. De un lado es lógico, porque es estar fuera de la realidad pensar que el Madrid tiene alguna posibilida­d de ganar aún la Liga, pero del otro es decepciona­nte –y algo vergonzoso– ver a un equipo serio jugar partidos tan malos, con tan poco compromiso. Roza la falta de respeto con los aficionado­s, sobre todo los que han pagado algo para ver el espectácul­o. Aunque la jugada quedó anulada por fuera de juego merece la pena subrayar el paradón de David Soria a una buena volea de Kessie.

Segunda parte aún peor que la primera, más mortecina, incluso con menos detalles. Lo que en la primera parte a Xavi no le había salido ni bien ni mal, en la segunda le salió directamen­te mal, con su equipo sin jugar a nada, aunque también es cierto que sin sufrir. El entrenador intentó revolucion­ar a los suyos haciendo jugar a Ferran de interior izquierdo y al equipo con cuatro delanteros. También entró Ansu. Los sacrificad­os fueron Alba y Kessie. Pero no sólo sirvió de nada sino que el Getafe acabó perdonando. Tremendo cabreo de Raphinha cuando fue cambiado.

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Unal, Munir (zarandeado) y Eric pugnan por el balón // AFP
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