El púgil que sólo cayó una vez
JUGUETES ROTOS PAULINO UZCUDUN
empezó a boxear en el sur de Francia a los 20 años. Le pagaban 200 francos, una suma considerable. Tras demostrar su poderío físico y una gran pegada, se enfrentó en París a Touroff, un mítico púgil soviético. Tras vencer, pocos meses después, derrotó a los campeones de Francia e Inglaterra. Y, en 1924, ganó al número uno español, un catalán llamado José Teixidor, aunque la Federación no reconoció el título. El combate se celebró en París porque Teixidor era prófugo de la Justicia.
En los tres años siguientes, Uzcudun encadenó una racha de victorias que le llevaron a obtener el campeonato europeo de los pesos pesados al derrotar en Barcelona al italiano Erminio Spalla, que luego haría carrera como actor. En 1928, revalidó su entorchado ante el alemán Ludwig Haymann.
«Me entrenaba con boxeadores que me pegaban durante 18 rounds. Luego me ejercitaba en saco y cuerda. Antes de una pelea, hacía 24 asaltos. Por eso, me cansaba menos que mis adversarios en los combates», explicaba.
Tras su victoria frente a Spalla, Uzcudun decidió dar el salto a Estados Unidos. Disputó el título mundial de los semipesados frente a Jack Delaney, pero perdió a los puntos. Aplastó a Harry Mills, una figura del boxeo en los años 20, al que noqueó de forma implacable. Hay imágenes que muestran como le golpea contra las cuerdas hasta que cayó fulminado. Luego derrotó a Max Baer.
Más tarde, vinieron los tres combates contra el alemán Max Schmeling , al que no le pudo derrotar, y contra otros conocidos boxeadores estadounidenses. Las bolsas eran de decenas de miles de dólares, una verdadera fortuna. Pero la pelea más importante de su carrera tuvo lugar en Roma en 1933 frente a Primo Carnera, el ídolo de Mussolini, que asistió al duelo entre estos dos gigantes del boxeo. Carnera ganó, pero no pudo derribar al púgil vasco, tal y como había prometido.
En 1950, con 51 años, contrajo matrimonio con Isabel Huerta en Los Jerónimos. Se instalaron en Torrelaguna, donde tuvieron cuatro hijos. Ya en los años 70, tuvo un accidente al caer de una mula que le dejó mermado al romperse la cadera. Luego sufrió una arterioesclerosis. Apenas podía salir de casa, siempre con su bastón y su boina. Ya no le quedaban fuerzas para quejarse de que las autoridades habían condecorado a Gento y Lola Flores y que él seguía sin el reconocimiento de quien fue el único deportista español que triunfó en el mundo en los años 30.
Triunfó como boxeador en Estados Unidos en los años 30 y luego se convirtió en un icono del franquismo
Como tantos otros boxeadores, este vasco tuvo una vejez desdichada, marcada por la enfermedad y el olvido