20 de abril
LAPISABIÉN
Se aclara el mes más cruel
Es 20 de abril. O casi. Te sorprende que te escriba, que tanto tiempo no es normal. Celtas Cortos irrumpe en las clases de ‘spinning’, cuando el ‘dance’, el sudor, el pedaleo, le mete a uno en berenjenales del pensar, en profundidades, bagatelas, martingalas y hasta en Bahamontes, que así tenemos la memoria histórica.
Viene a la cabeza el mundo que nos queda, en cómo al PSOE-A, granero de los macutazos, se la vino trayendo al pairo Doñana entera, con sus cornamentas, sus dunas, sus linces y sus patos con el cabreo sistémico del Seprona de los ‘picoletos’, al que tampoco mandaron luchar contra los elementos.
La Andalucía institucional estaba para la foto con el flamenco ‘cuellolargo’ en las marismas un día al año, y el resto, jugando a próceres dadivosos que modernizaron el sur. Sin lucrarse, dicen. Y siendo bellísimas personas, que reza el mantra y la copla de Puente Genil a Lucena por ‘toítas’ las casas del pueblo.
Un 20 de abril, alguien muy cercano caía desde un séptimo en el barrio natal de Marisol, sin posibilidad de vuelta atrás y por volunto propio, dejando una ristra de bohemios llorosos en la cafetería del tanatorio, y una jueza anonadada que fue su compañera de curso con temblor de maletín.
Será ya 20 de abril, y los sindicatos irán pensando qué día les espera el 1 de Mayo para mover el sacro: sol, globos, niños, y la preocupación por el Ártico, que desvela a la clase obrera. Plena campaña, y ya se nos fueron los jubilados a los que pastoreaban. Llegó el sida chino, y los dejó –a los sindicatos– sin el tierno fondo del anciano con la bandera de plástico en Bilbao o en Llanes. Los yayoflautas aún respiraban España y Constitución, pese al morado de las banderas el Día del Trabajo.
Decía el poeta que abril es el mes más cruel, y es una verdad como un templo.
Abril, menos mal, empieza a aclararse.
Llega la Feria, ministros en el albero oliendo a pólvora. El Falcon tomará tierra en breve en Los Remedios, y a Yolanda Díaz, que levita tan independiente de Loewe, de Prada, le quedará el traje de volantes como a un Cristo dos pistolas.