Juan Carlos I en Galicia: tres horas en el mar y discreción en tierra
▶ El padre de Don Felipe salió a navegar a bordo del Bribón, dejándose ver pero con perfil bajo
La estancia de Don Juan Carlos en España, once meses después de su primera visita desde que se instaló en Abu Dabi (Emiratos Árabes), transcurre según el guion previsto: ni esconderse, ni exhibirse. Dejarse grabar y fotografiar por reporteros y curiosos, pero evitando, al menos de momento, hacer declaración alguna ante la prensa.
Ayer, en su segundo día en Sangenjo, donde estará hasta el domingo, el padre del Rey no perdió la oportunidad de navegar a bordo del Bribón. Casi tres horas en el mar y discreción en tierra.
Como es habitual, Don Juan Carlos llegó al puerto deportivo de Sangenjo sentado en el asiento de copiloto del coche de su amigo y anfitrión en localidad gallega, Pedro Campos. Eran las once y media de la mañana, el cielo estaba encapotado pero sin una especial amenaza de lluvia; y la temperatura, primaveral. El padre de Don Felipe embarcó a bordo del Bribón, adaptado a sus problemas de movilidad, con el apoyo de su bastón y de dos ayudantes. Media hora después, cuando la tripulación tuvo todo a punto, el Bribón salía a entrenar para el Campeonato de España de la modalidad 6m de este fin de semana, escoltado por una embarcación que pilotaba Campos.
Toda esta secuencia la pudieron registrar, sin impedimento visual alguno, aunque a una considerable distancia, las numerosas cámaras de televisión y reporteros gráficos que se apelotonaban en el puerto. Con ellos, se entremezclaban una veintena de simpatizantes y curiosos, lanzando algún que otro ‘Viva el Rey’, pero sin la efusividad de ocasiones anteriores.
Después de casi tres horas en el mar, navegando en el entorno de la ría de Pontevedra y la playa de A Lanzada, en una tarde en la que el sol se iba abriendo hueco entre las nubes, el Bribón regresó a puerto. Y entonces se repitió la escena de su llegada: se subió de copiloto en el coche de su amigo, que redujo la velocidad en la zona donde esperaba la prensa y algún curioso; saludó con la mano sin bajar la ventanilla y abandonó las instalaciones deportivas, sin pisar, tampoco esta vez, el edificio del club náutico, algo que sí era habitual en otras ocasiones. El plan para el resto del día sería el mismo que el de su primera noche, explicaron a ABC fuentes del entorno: descansar, cenar con amigos y hablar sobre vela, «que es lo que más le gusta». La intención para hoy es volver a salir a entrenar si las condiciones son apropiadas.