ABC (Sevilla)

La explosión de Starship no frena la ambición espacial de Elon Musk

▶El cohete más potente del mundo se desintegró tres minutos después del lanzamient­o ▶Pese al fiasco, la compañía SpaceX mantiene su objetivo de viajar a la Luna y Marte

- PATRICIA BIOSCA MADRID

Se trataba de una prueba de fuego. Nunca mejor dicho, porque Starship, el buque insignia de SpaceX, la compañía del siempre polémico Elon Musk, acababa entre llamas a unos 120 kilómetros de la superficie terrestre, sobre el golfo de México. El cohete, el más grande y potente jamás construido por la humanidad, conseguía despegar, pero mostraba problemas en el momento en el que se suponía que sus dos etapas debían separarse. Después, vueltas erráticas que culminaban con una explosión y vítores de los espectador­es. Porque aunque la nave no haya cumplido su objetivo de casi rodear la Tierra, SpaceX se encuentra un paso más cerca de su objetivo final: manejar esta ‘bestia’ de 120 metros y 39 motores en total con la que Musk quiere poner humanos en la Luna, después en Marte y, luego, más allá.

El ‘paseo’ que la compañía tenía planeado comenzó en la tarde de ayer, a las 15.35 (hora española) en Boca Chica (Texas, EE.UU.), donde SpaceX tiene su base de lanzamient­o. Allí, el imponente Starship con sus dos etapas integradas (por un lado, la base llamada Super Heavy, de 70 metros de altura y formada por 33 motores Raptor); por otra, la nave Starship, de 50 metros, con tres Raptor principale­s más otros tres secundario­s) despegó por primera vez con tan solo unos minutos de retraso.

Sin embargo, a los tres minutos de comenzar el vuelo, se pudo observar la nave girando erráticame­nte, sin conseguir separar las dos etapas. Tras unos segundos agónicos, finalmente el vehículo espacial acababa explotando en el cielo, ante la mirada de cientos de curiosos y aficionado­s que se desplazaro­n hasta las inmediacio­nes.

Aún con todo, desde SpaceX afirman que su objetivo no era completar la prueba, sino recabar datos que les servirán para futuros test. Muestra de ello fueron los cientos de botellas que los empleados de la compañía descorchar­on después del final abrupto de la prueba. También les felicitaba el administra­dor de la NASA, Bill Nelson: «Todos los grandes logros de la historia han exigido un cierto nivel de riesgo calculado, porque un gran riesgo conlleva una gran recompensa. Esperamos con impacienci­a todo lo que aprenda SpaceX, hasta la próxima prueba de vuelo... y más allá», escribía en su cuenta de Twitter. El propio Musk felicitaba a su equipo por la misma vía, adelantand­o que la próxima prueba tendrá lugar «en unos meses».

Lo cierto es que ni él mismo tenía fe en que todo saliera según lo esperado. «No debemos confiar que será un éxito», escribía por la misma vía unos días antes de la primera intentona que acabó cancelándo­se por una válvula congelada el pasado lunes. «Lo que es seguro es que no será aburrido», vaticinaba.

Minutos antes del lanzamient­o, el ingeniero principal de integració­n de SpaceX, John Insprucker, señalaba que pese a que todos los sistemas estaban listos para partir al espacio, había que tener muy presente que se trataba de una prueba de desarrollo». «Con este tipo de test nunca sabes lo que va a pasar exactament­e, así que la emoción está garantizad­a». Porque, de la veintena de pruebas que desde 2019 SpaceX ha realizado de su novedoso siste

Fase costera

Entrada de la nave

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El cohete momentos antes de desintegra­rse // AFP

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