ABC (Sevilla)

La mitad de las naves de prueba de SpaceX acabaron en llamas

▶ Los prototipos comenzaron a testarse a partir de 2019, si bien pocos han despegado

- P. BIOSCA MADRID

ma Starship, aproximada­mente la mitad han acabado en explosione­s, llamas o aterrizaje­s fallidos.

«Era algo que se podía esperar», explica a ABC César Arza, responsabl­e de la unidad de análisis de misión del Instituto Nacional de Técnica Aeroespaci­al (INTA). «Es el cohete más grande y más potente jamás construido, por lo que está sometido a unos esfuerzos nunca vistos y a una ingeniería límite que es necesario probar. Es algo normal».

Posibles causas

En cuanto a las posibles causas del fallo, habrá que esperar a informes posteriore­s, pero las imágenes ya revelan algunos detalles. «Esto es todo especular, pero aparenteme­nte ha habido un problema con la separación de las dos etapas», explica Arza. Según el cronograma, a los 2 minutos y 49 segundos, Starship y Super Heavy debían desensambl­arse y comenzar caminos separados:

«Era algo que esperábamo­s. Es el cohete más grande jamás construido, por lo que está sometido a esfuerzos nunca vistos»

el primero, una vuelta casi entera a la Tierra de unos 90 minutos para acabar volviendo a través de la atmósfera en un vuelo no controlado que caería sobre el océano Pacífico; el segundo, directo hacia un aterrizaje suave tan solo unos minutos después del lanzamient­o cerca del golfo de México, en el Atlántico (donde finalmente han acabado las dos piezas).

No es la única teoría. Para algunos expertos como Javier Atapuerca, jefe de Análisis de Misión y Estudios en GMV, no pasó desapercib­ido el hecho de que tres motores estuvieran apagados (o fallaran) durante el despegue. «Después se apagaron otros dos, y uno más que se encendía de forma intermiten­te. No tiene que ser un problema ‘per se’, pero no da buenas sensacione­s», señala a ABC. También se teoriza con un posible problema con el sistema de orientació­n de los motores, lo que explicaría que acabara fuera de control; otra teoría es que el sistema que amarra ambas etapas, que funciona ‘a rosca’, como el de las botellas, falló ayer. «Es pura especulaci­ón ahora mismo», señala Atapuerca.

Lo que está claro es que, a pesar del final explosivo, la ambición espacial de Musk parece no apagarse.

A principios de la pasada década Elon Musk, creador de SpaceX, ya dio pistas de que también quería ser uno de los actores principale­s en el sector de la exploració­n humana espacial. Su intención era crear vehículos reutilizab­les como los Falcon, pero «mucho más grandes» y con capacidade­s mucho más amplias. Después se desveló que el por entonces llamado Sistema de Transporte Interplane­tario (STI) sería una nave con una estructura totalmente nueva. Sin embargo, hubo que esperar hasta 2019 para empezar a ver los primeros prototipos en acción.

Starhopper, apodado por algunos como ‘la cafetera espacial’, sirvió para probar los potentes motores Raptor, que elevaron el cohete hasta los 150 metros (poco más de lo que mide el Starship ensamblado). Después se empezaron a testar los prototipos de la serie MK, ya más parecidos al modelo final. Tampoco se tuvo demasiada suerte y varios acabaron en llamas. Es por ello que la compañía decidió replantear el sistema y cambiar a los modelos SN, con los que sí hubo más avances. Aunque tampoco han estado exentos de explosione­s y fallos: los modelos uno, tres y cuatro acabaron entre llamas en pruebas en las que ni siquiera alzaron el vuelo. Hubo que esperar hasta el Starship SN5 para ver a una de estas naves en vuelo.

El problema llegó con el sistema de aterrizaje: aunque ya poseían la experienci­a de los cohetes reutilizab­les, que regresan de forma controlada, esta no pareció suficiente en el caso de Starship. Aunque se notaron mejorías, los prototipos SN8, SN9 y SN10 explotaron al intentar posarse sobre el suelo. El SN11, por su parte, explotó en el aire tras hacer un giro para reorientar­se antes de encaminars­e de vuelta. No fue hasta el SN15 cuando, por fin, se pudo ver a la nave aterrizar (aunque poco después hubo un pequeño incendio que, esta vez, no acabó en explosión). Después se construyer­on varios prototipos más que no han sido probados en vuelo hasta el SN24, que se testó ayer, y que acabó con lo que la compañía calificó de «desmontaje rápido no programado», un eufemismo para decir que la prueba había acabado en llamas.

Los siguientes pasos

La idea es que Starship sea una nave totalmente reutilizab­le, si bien es posible configurar­la para que algunas de su partes sí que sean de un solo uso, con lo que la carga útil se podría aumentar de 150 a 250 toneladas. El objetivo es utilizar esta nave para llevar avituallam­iento a la Luna, además de usarla para, al menos, tres vuelos espaciales privados, dos de ellos para transporta­r a los primeros turistas espaciales que orbitarán nuestro satélite.

Starship es también el cohete más grande jamás construido, con una altura 120 metros y el doble de potencia que el Space Launch System (SLS), el cohete de la NASA que ahora mismo se está utilizando en el programa Artemis, y que ostenta el actual récord de magnitud. Sin embargo, la intención de SpaceX es ampliarlo en el futuro otros diez metros más.

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