¿Quiere sobre?
VIVIMOS COMO SUIZOS
Lo que se cuenta en el documental de Thatcher es cierto, pero no es la verdad completa
Ayuso, a propósito del No-Do y el Barça, habló a Federico del ‘francomodín’. Y dijo que el nacionalismo ha conseguido que el odio fabricado sea más fuerte que la razón. En Gran Bretaña no tienen francomodín, pero, según el documental ‘Thatcher. El legado de hierro’ (Movistar +), podrían sacar a Thatcher en procesión como aquí al Caudillo. El documental (en contra) es divertido y con más ritmo que rigor. Muchas opiniones, de Milton Friedman a Charles Moore. De Charles Powell a Ken Loach, pasando por las mujeres de los mineros que a su muerte quemaron una efigie con su imagen y bailaron sobre sus cenizas. Lo que se cuenta es cierto, pero no es la verdad completa.
«Ella fue la iniciadora de esta locura neoliberal que ahora vivimos». Lo mejor son sus discursos y entrevistas. Y las numerosas canciones acordándose de su madre. A sus detractores les dio por decir que Ayuso tenía mimbres de Trump. Pero se ve más a Thatcher en los discursos y respuestas de Ayuso. Era Thatcher una burguesa casada con un millonario ajena a los problemas de la clase trabajadora. Contrató a Gordon Risk, que mejoró su imagen. Le dijo que insistiera en sus orígenes humildes. Y fue tanto la dama de hierro como la hija del tendero. Thatcher tuvo que aguantar el desprecio de conservadores tradicionales por ser la hija del tendero. Un clasismo similar al que ha sufrido Ayuso de algunos.
Hay una actuación memorable de Thatcher sujetando una bolsa de la compra. «Esto es lo que un ama de casa podía comprar con el Gobierno conservador en 1974. Y esto [coge una bolsa diminuta] es lo que se compra con una libra con los laboristas. Si continúan otros cinco años podremos llevar las compras en un sobre». Muy conservadora y una radical liberal, no una neoliberal más, según Charles Moore. Según Loach, una marxista a la inversa: «la burguesía puede sobrevivir a cualquier precio siempre que la clase trabajadora pague el precio». Decía a quienes esperaban un cambio de sentido que sólo tenía una cosa que decirles: «Cambiad de sentido vosotros». Ojalá tuviéramos nosotros este francomodín.