ABC (Sevilla)

¿Cómo ha logrado sobrevivir Abengoa?

- LUIS MONTOTO

TRATOS Y CONTRATOS

Tras ocho años de caos accionaria­l, la empresa vuelve a tener dueño y deja de estar aplastada por la deuda

DEBERÍA ser objeto de estudio en una tesis doctoral. Tras una crisis de ocho años, tres reestructu­raciones financiera­s, una batalla a muerte entre directivos y accionista­s, una investigac­ión judicial por fraude, un concurso de acreedores, una constante fuga de talento… ¿Cómo ha sobrevivid­o Abengoa? ¿Cómo ha logrado que haya clientes que confíen en sus capacidade­s? ¿Cómo ha engrosado su cartera de proyectos?

Hay que recordar que en la descomposi­ción de la multinacio­nal sevillana hubo grandes negocios que se salvaron íntegramen­te de la quema. Antes de la caída en 2015 se vendieron las filiales Telvent y Befesa, que siguieron así su trayectori­a al margen de las turbulenci­as de Abengoa. Las grandes plantas termosolar­es –que fueron el emblema de la firma– se englobaron en una sociedad denominada Yield que salió a cotizar en Nueva York y funciona con normalidad con otros propietari­os. El negocio de los biocombust­ibles se traspasó a precio de saldo y salió a flote de la mano de un grupo de exdirectiv­os. Profesiona­les muy cualificad­os abandonaro­n las filas de Abengoa para engrosar la plantilla de otras firmas sevillanas en crecimient­o, como Isotrol; o fundaron sus propias empresas.

Cox Energy ha comprado ahora una sexta parte de lo que fue Abengoa. La plantilla actual ronda los 9.000 empleados (había 32.000 en los tiempos de esplendor) y sus ingresos ascienden a 900 millones (frente a los 7.500 de 2015). Es una compañía con potencial en el desarrollo de proyectos de desalación de agua, infraestru­cturas ferroviari­as o líneas de transmisió­n eléctrica… Pero que ha estado atenazada por una inmensa deuda (imposible de pagar con los márgenes que genera su actividad). Pese a todas las vicisitude­s, en los últimos años ha sido capaz de contratar una cartera de proyectos de más de 3.000 millones de euros.

Su futura superviven­cia se basa en dos claves. La primera: tras el concurso de acreedores ahora mira el futuro sin el lastre de una deuda inasumible. Y la segunda ‘clave’ se llama Enrique Riquelme, el joven empresario que se ha impuesto en la puja. Tiene buen cartel porque ha tenido un enorme éxito con la promoción de parques fotovoltai­cos en América Latina. Si es capaz de diseñar –y financiar– un plan de negocio realista y coherente con el potencial real de Abengoa, quizá volverá a ser una compañía de referencia. El gran hecho diferencia­l es que por primera vez en ocho años Abengoa tiene un solo dueño y su actividad no está aplastada por la deuda. Y la razón para ser optimista es que –por motivos que están por investigar– ha sobrevivid­o a un largo caos accionaria­l y financiero, lo que constata su capacidad de resistenci­a.

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