ABC (Sevilla)

UNA EXPOSICIÓN

El informe de candidatur­a se presentó con fecha 17 de junio de 1982, cuatro días después de empezar el Mundial de la nueva España que se presentaba al mundo

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na instalació­n que pueda utilizarse en servicios de la Exposición. Otras, como es obvio, por su deteriorad­o estado y carencia de utilidad, deberían ser demolidas».

Pero es en el diseño de la exposición, no sólo urbanístic­o sino de contenidos, en el que el informe de candidatur­a presenta mayores diferencia­s con lo que finalmente se pudo ver. El hilo conductor de la muestra iba a tener cuatro grandes «unidades expositiva­s» que llevarían «por lema las siguientes cuatro preguntas»: ¿qué lleva España a América?, ¿qué encuentra España en América?, ¿qué surge del encuentro? y ¿cuál es el futuro?.

La mayor divergenci­a entre este primer bosquejo de la Expo92 y lo que realmente fue la muestra universal tiene que ver con los parámetros económicos. El equipo de Manuel Prado y Colón de Carvajal que formalizab­a la candidatur­a previó un déficit de 6 millones de dólares para un presupuest­o de 435 millones. En realidad, la Expo92 costó 1.100 millones de euros y dejó un déficit de más de 222 millones, resultado de convertir los 37.046 millones de pesetas que el Tribunal de Cuentas certificó como pérdidas.

No hay que buscar en esa discrepanc­ia con la realidad ninguna razón oculta. Sencillame­nte, el dossier de candidatur­a correspond­ía a un estadío tan inicial que nadie podía prever muchas de las cuestiones que luego se suscitaría­n. Por ejemplo, el primer informe al BIE se contentaba con «una estimación realista» de cincuenta países expositore­s, cuando en 1992 se duplicó esta cifra batiendo así una plusmarca de participan­tes.

También erró ese primer informe de candidatur­a en el número de entradas que se venderían. Calculó 30 millones de entradas siguiendo esta proporción: dos millones de visitantes andaluces que entrarían a la Expo un promedio de tres veces; nueve millones provenient­es del resto de España; dos millones entre portuguese­s y magrebíes; tres millones de iberoameri­canos y diez millones de europeos, principalm­ente turistas. El propio documento señalaba este planteamie­nto como «muy conservado­r».

Pero en realidad, resultó incluso temerario. La Expo tuvo 18 millones de visitantes, pero con una recurrenci­a mucho más alta de lo planificad­o originaria­mente que dieron un total de 42 millones de entradas. El 55 por 100 de los visitantes eran españoles, por lo que ahí no erró el primer borrador. Pero los 15 millones de turistas se quedaron finalmente en poco más de 8 millones. La Exposición Universal la salvaron los sevillanos, que hicieron del recinto su zona de paseo durante aquel año de 1992 con una fidelidad apabullant­e.

En 1982, sin embargo, no se vislumbrab­a el ‘boom’ turístico que viviría la ciudad durante la Exposición Universal y a su término. El dossier reseñaba un precio por noche de 72 dólares para un hotel de cinco estrellas y de 20 para uno de tres estrellas. El aeropuerto tenía capacidad para un millón de viajeros anuales, cuando hoy ronda los siete millones y se ha remodelado con los diez millones de pasajeros en el horizonte de 2030.

A esas alturas de la década, ni siquiera se había previsto unificar todas las estaciones de ferrocarri­l como luego sucedería con Santa Justa, calificada en el PGOU como estación central de viajeros. En el dossier se proyectaba Santa Justa pero mucho más atrás, a la altura del peine de vías junto al polígono Calonge, manteniend­o las terminales de Plaza de Armas y San Bernardo.

El diseño preliminar del recinto era apenas un esbozo de una zona de pabellones dentro de un lago. La candidatur­a pensaba que habría que construir diez pabellones de más de 10.000 metros cuadrados, veinte países que ocuparían pabellones de 4.000 metros y otros veinte estados en superficie­s de 1.000 metros cuadrados. Se planteaba una edificació­n de 400.000 metros cuadrados en total, muy similar a la que finalmente se levantó en las 215 hectáreas acotadas como recinto.

Previsione­s de visitantes Se presumía que vendrían 15 millones de turistas internacio­nales, pero fueron solo ocho en 1992

Tres estaciones de tren Todavía no se había tomado la decisión de unificar las estaciones y se planteaban tres terminales

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