ABC (Sevilla)

El presidente se vuelca en Andalucía tras el trauma por Juanma Moreno

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sin Sánchez. Los que lo pierdan, por contra, dejarán vacante también su baronía.

De manera informal, en diferentes conversaci­ones con cargos del partido la sensación es que solo hay dos barones con posibilida­des de jugar un papel decisivo en el futuro. El primero es el asturiano Adrián Barbón. Sanchista de primera hora, pero de corte institucio­nal. Salvo sorpresa mayúscula va a seguir siendo presidente tras los comicios de mayo. Si se habla de Barbón hay que hablar de Adriana Lastra. En la federación asturiana están pasando cosas. Barbón enfadó a una parte del partido cuando el pasado septiembre sorprendió avanzando que la ex número dos de Ferraz volvería al Congreso de los Diputados como cabeza de lista por Asturias. Con los dos almorzó hace poco Félix Bolaños. Al ministro de la Presidenci­a se le ve en el partido con ambición y ganas de protagonis­mo. Pero demasiado asociado a su condición de valido de Sánchez. Y una clave importante: su pedigrí orgánico es prestado en gran medida al calor de su fulgurante ascenso. El otro presidente es Ximo Puig. Si consigue retener la Comunidad Valenciana se reforzaría su rol interno. Por diferentes motivos se hace muy complicado ver a algún otro de los actuales presidente­s autonómico­s con expectativ­as nacionales.

De entre las figuras que emergieron en 2021, las dos portavoces, Isabel Rodríguez y Pilar Alegría, especialme­nte la segunda, han aumentado sus posiciones y reconocimi­ento orgánico. Ambas tienen desarrollo a nivel federal. Pero también a nivel autonómico en Castilla-La Mancha y Aragón. Aunque en esos feudos hay otras dos mujeres con mucho futuro. En CastillaLa Mancha sobresale Blanca Fernández, portavoz y consejera de Igualdad. En Aragón la mano derecha de Lambán

es Mayte Pérez, actualment­e consejera de Presidenci­a del Gobierno regional.

Si mantienen sus alcaldías en Sevilla y Valladolid, Antonio Muñoz y Óscar Puente serán figuras que se proyectará­n por encima del ámbito municipal. Y en dos regiones donde el PSOE necesita revulsivo. La continuida­d de Juan Espadas como líder andaluz es una incógnita. Nadie pone la mano en el fuego. Y ahí hay dos mujeres. Su número dos, Ángeles Férriz, actual portavoz en el parlamento andaluz, y su adjunta María Márquez, la joven onubense que forma parte ya de la Ejecutiva Federal y del Comité Electoral. Otras dos mujeres jóvenes con proyección son la secretaria de Igualadad, Andrea Fernández o Enma López, concejal del PSOE en Madrid.

Salvador Illa

Habrá ojos puestos en la actual vicesecret­aria general del PSOE, María Jesús Montero. Aunque su nombre puede vincularse más con la etapa de transición a nivel federal. Su nombre es muy valorado internamen­te y querido por la militancia. Un hombre que gusta mucho en todo el PSOE: Salvador

El presidente del Gobierno se comprometi­ó ayer en Úbeda (Jaén) garantizar que ningún ciudadano que viva en el mundo rural tenga que desplazars­e más de media hora para acceder a unos servicios públicos básicos de calidad. «Nos compromete­mos a dar otro paso adelante para garantizar la igualdad entre todos los españoles, vivan donde vivan», dijo en esta

Illa. Pero es PSC y a corto plazo está en Cataluña en otra jugada con la Generalita­t como objetivo.

En el grupo parlamenta­rio no se percibe nada claro. No se ve una figura que sea equiparabl­e a la de Madina como número dos del grupo allá por 2009. Pero tampoco nadie esperaba en su día a Rodríguez Zapatero o al propio Sánchez. Y salieron del grupo parlamenta­rio. En Madrid el líder regional es Juan Lobato. «Tiene buenos padrinos», se suele decir de él. No es una figura divisiva. Pero no se le percibe todavía en política nacional. Salvo que logre una carambola muy improbable de acabar con el PP en Madrid. Cosa que de pasar sucedería en 2027. Hay incluso quien dice que su momento es 2031, no 2023. Desde la federación madrileña es difícil proyectar liderazgo nacional por la acumulació­n de derrotas. Sánchez era de Madrid. Pero Lobato las experiment­ará en carne propia. No es su momento.

De ser el final se parece más al que llevó inesperada­mente a Zapatero al poder y no el que el que cerró su etapa, con Rubalcaba y Chacón. Tampoco la que cerró la de Rubalcaba. No se percibe un Eduardo Madina o una Susana localidad andaluza, una comunidad en la que el PSOE intenta reflotar su voto tras el trauma que supuso para ese partido la mayoría absoluta del popular Juanma Moreno Bonilla. Las previsione­s electorale­s de este partido en la comunidad son modestas y ni siquiera está claro aún quién puede liderar el socialismo andaluz en los próximos años.

Díaz, en ese escenario de 2014 por el que se coló Sánchez. Si en el PP todo el mundo habla claramente de Juanma Moreno o de Isabel Díaz Ayuso si la etapa de Alberto Núñez Feijóo fracasa, en el partido socialista no hay nombres tan evidentes.

Sucede algo importante hoy en el PSOE: no hay unidad de acción entre los barones. Entendiend­o por estos a los Vara, Page, Lambán y Puig, que antaño se enfrentaro­n a Sánchez. No la hay desde el día después de la derrota en las primarias. Es más; entre algunos de ellos ha brotado el recelo y la desconfian­za. No hay sucesor claro ni hay bloque de acción coordinado preparado para ello. Que no significa que no pueda haberlo. Pero ahora no lo hay.

No lo hay primero por el cambio interno que supone el corte cesarista que impregna el partido desde que se hizo de las primarias el modo de elección de los líderes. Los comités federales carecen de la capacidad de antaño para condiciona­r al líder. Un privilegio del que no gozaron ni Felipe González ni José Luis Rodríguez Zapatero. Pero sobre todo no hay planes de sucesión porque, pese a todo, buena parte del partido cree que Sánchez puede ganar. Y creen que sigue siendo su mejor activo electoral.

Calendario en contra

Los planes de un retiro internacio­nal se diluyen. Sus opciones para liderar la OTAN no son solo rumorologí­a española. Su nombre ha aparecido en medios alemanes junto al ministro de Defensa británico como bien colocado para suceder a Jens Stoltenber­g. Pero el calendario va en su contra. Stoltenber­g alargó mandato y se va en octubre. La próxima cumbre de julio abordará su sucesión. Pronto para Sánchez. El presidente ha reiterado que se ve al frente del Ejecutivo como mínimo otra legislatur­a. La opción de saltar a un puesto europeo no llegaría hasta después de las elecciones europeas de mayo de 2024. Si Feijóo está en Moncloa, Sánchez no será comisario español. Solo manteniend­o el poder podría plantearse un escenario así.

Sánchez está convencido de poder ganar. El PSOE no aborda este debate porque incluso el día después esa cuestión va a depender del propio Sánchez. ¿Y sí Sánchez no se va? No hay precedente en la política española que permita verlo como una hipótesis plausible. ¿Pero importa algo eso cuando se habla de Pedro Sánchez?

No hay un sucesor claro del secretario general de los socialista­s porque ni siquiera hay unanimidad entre los barones

Las posibilida­des de Sánchez de ocupar un cargo internacio­nal son cada vez menores; la OTAN se aleja, la UE también

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Último Comité Federal del PSOE, este mismo mes // GUILLERMO NAVARRO

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