ABC (Sevilla)

Sudán revive la pesadilla de la guerra civil veinte años después de Darfur

▶ Los combates que libran el Ejército regular y los paramilita­res de las RFA causan 413 muertos y miles de heridos

- SILVIA NIETO MADRID LOS CONTENDIEN­TES

Cuando se interrumpe­n los caminos que conducen a la democracia, suele ser para que la violencia campe a sus anchas. Así lo demuestra lo que sucede en Sudán, donde el Ejército regular y los paramilita­res de las Fuerzas de Asalto Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) se enfrentan desde hace más de una semana para hacerse con el poder. Según datos del viernes de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), 413 personas han muerto y más de 3.551 han resultado heridas durante los choques, una situación agravada por el hecho de que los centros sanitarios también son diana de los ataques.

«El conflicto se enmarca dentro del proceso de transición en el que está inmerso Sudán, y que comenzó a raíz de la revolución popular que estalló a finales de 2018 y principios de 2019, cuando se produjo una oleada de protestas contra el régimen de Omar al Bashir», explica Elsa Aimé, profesora de la Universida­d Pontificia de Comillas. «Eso abrió un período de cambio, un proceso de transición política que ha conocido varios altibajos. En 2019, en el contexto de estas movilizaci­ones, se dio un golpe de Estado que provocó la caída de Al Bashir y la creación de un consejo militar de transición. Lo que acaba de estallar es un enfrentami­ento dentro de esa junta, que tendría que haberle pasado el poder a un gobierno civil».

«Había tensiones porque se debía formar un comité para supervisar la integració­n de los paramilita­res de Hemedti en el Ejército regular», cuentan fuentes locales de la cooperació­n internacio­nal en Sudán, que han pedido mantener el anonimato. «Los militares querían que esa transición se produjera en dos años, mientras

Abdelfatah al Burhan General y presidente

Mohamed Hamdan Dagolo General y vicepresid­ente

El general Abdelfatah al Burhan, de 62 años, escaló en la cúpula militar durante la dictadura de Al Bashir, al que derrocó junto a otros miembros del Ejército en abril de 2019. Mantiene buenas relaciones con el Egipto de Al Sissi.

El general Mohamed Hamdan Dagolo, también llamado Hemedti, tiene 48 años, y se convirtió en líder de los paramilita­res de las Fuerzas de Acción Rápida (RFA, por sus siglas en inglés) tras curtirse en la guerra de Darfur. que los paramilita­res deseaban que fuera en diez. Además, los militares querían que el comité fuera presidido por un militar, pero que los paramilita­res querían un civil», explican.

Antes de continuar, hay que conocer quién lidera cada una de las facciones que amenazan con desestabil­izar definitiva­mente a una tierra con sus sueños de libertad hechos añicos: por un lado, se encuentra el Ejército y el presidente del país, el general Abdelfatah al Burhan, un militar de carrera que ha recibido formación en Jordania y Egipto; por otro, las RSF y el vicepresid­ente, el general Mohamed Hamdan Dagolo, llamado Hemedti, procedente de una familia de pastores de camellos que cambió las bridas por los kalashniko­v y logró hacer fortuna durante la guerra de Darfur, de la que se cumplen veinte años.

Dos caras y un fondo

En cierta forma, las biografías de Burhan y de Hamedti simbolizan uno de los aspectos del conflicto en marcha: mientras que Al Burhan es un militar al uso, un hombre que mantiene buena relación con El Cairo y mira con simpatía a la dictadura de Al Sissi, Hemedti hizo carrera como jefe de grupos armados, se entiende con el dictador de Eritrea, Isaías Afewerki, y con Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, y apenas posee instrucció­n; según han publicado varios medios, abandonó la escuela muy temprano.

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