ABC (Sevilla)

La dura infancia de Blanca Fernández Ochoa, la deportista que hizo historia

▶ Con motivo de su 60 cumpleaños, se ha estrenado un documental en el que se abordan vivencias de la medallista

- AARÓN ESPÍ MADRID

Saboreó las mieles del éxito tras convertirs­e en la primera mujer en conseguir una medalla olímpica para España en unos Juegos de Invierno en 1992. La ambición y afán de superación propiciaro­n su histórica incursión en el deporte español. No obstante, pese a que este hito debería haber inundado de felicidad la vida de Blanca Fernández Ochoa, la realidad era muy diferente. La dicha se opacaba cuando se bajaba de los esquís y tenía que enfrentars­e, cara a cara, con esos miedos y fantasmas que, pese a tocar la gloria en la cima, nunca le dejaron encontrar su sitio. A sus 56 años, su cuerpo fue hallado sin vida en la zona de Collado del Rey, al pie del pico de la Peñota, en la sierra de Guadarrama, tras once días de angustiosa búsqueda.

Ahora, cuando la medallista olímpica hubiera cumplido 60 años, se ha estrenado un documental, ‘El viaje. La medalla de la salud mental’, producido por la Fundación Blanca de Apoyo al Deportista junto a RTVE y Renfe, en el que abordan la importanci­a de la salud mental en el mundo del deporte haciendo especial hincapié en la historia de Fernández Ochoa. Asimismo, con el testimonio de algunos especialis­tas, se exponen diferentes soluciones para resolver situacione­s y momentos complicado­s. Entre los profesiona­les del deporte que han querido participar se encuentran Amaya Valdemoro, Ruth Beitia, Toni Nadal, Almudena Cid Jesús del Moral.

En el incipiente estreno del documental, su hermana y presidenta de la fundación, Lola Fernández Ochoa, explicó que «cuando falleció Blanca dijimos que teníamos que actuar, convertir la tragedia en algo bonito. Así nació la fundación. El objetivo es ayudar al deportista en su carrera y en su retirada, ese momento de vacío. El deportista cuando se retira sufre.

yY mucho». Además, confesó que «cuando ocurrió lo de Blanca, tuve vergüenza. Yo no quería que se supiese. Hubo un tiempo en el que escondimos la cabeza. Hasta que pasas el duelo y dices ‘qué tontería’. Esto tiene que servir para que la gente que tenga conocidos en una situación así aprendan y sepan que tienen que pedir ayuda». «Le rogué muchas veces que no lo hiciera, pero lo hizo», confiesa en el reportaje.

En él, también ha querido hablar Luis Fernández Ochoa, su hermano, quien asevera que «todos los otoños nos hacía lo mismo. Desaparecí­a dos o tres días y nos tenía a toda la familia buscándola, pero siempre aparecía. Tiempo atrás mi hermana Lola me avisó y me dijo que un día Blanca nos iba a dar un disgusto. Pero no la creí».

El testimonio que más fuerza cobró, en la ‘premiere’, fue el de su hijo, David Fresneda. Gracias «a la ayuda de la psicóloga», logró tener «una aceptación rápida». «Me hizo entender que había pasado lo que había pasado y no podía cambiar nada. Tenía mucho resentimie­nto, me sentía muy mal… Es algo que pasaría tarde o temprano y pasó», aseguró. También quiso recalcar la importanci­a de la salud mental. «Soy feliz, pero en el momento que necesite ayuda psicológic­a no dudaré en pedirla».

Eso sí, el tiempo no borra su recuerdo: «Era la mejor. Qué puedo hablar de una madre, es muy difícil. No tendría palabras para describirl­o». «Tengo miles de recuerdos graciosos. Aprendes

Como dicta la tradición, el enlace matrimonia­l tuvo lugar por la tarde y todos los ciudadanos fueron invitados para recibir a los recién casados en el Place Guillaume, cerca del edificio donde se dieron el ‘sí, quiero’. Tras el emotivo y caluroso recibimien­to, se desplazaro­n, junto a la comitiva, al Palacio Gran Ducal, situado en la Rue de la Regne.

con el tiempo a olvidar lo malo y quedarte con lo bueno. Fotos que me saltan, fuimos a ver jugar a mi hermana a Francia y recuerdo cómo hicimos solos el viaje y fue espectacul­ar», explicó Fresneda antes de definir a Blanca Fernández Ochoa como una mujer «consentido­ra y muy buena madre. Para mí la mejor».

La deportista padecía bipolarida­d, un trastorno que arrastraba desde que era pequeña. Además, la presión que vivió por conseguir ser la número uno en las competicio­nes en las que participab­a, cuando aún era muy joven, no ayudó: «Necesitaba un éxito como el comer». «Nuestra infancia se cuajó en el momento en el que mi hermano Paco ganó la medalla», señala Lola en el documental. Fue en ese momento cuando «algún iluminado pensó que podría ser algo genético y nos mandó a un internado en el Valle de Arán. Blanca tenía 11 años, mi hermano Luis 10 y yo 8. Con esa edad y en esa época, estar a 600 kilómetros de tu familia, de tu entorno y de tus amigos, fue muy duro. Yo creo que Blanca fue la que peor lo llevó de todos».

Trastorno bipolar

Por aquel entonces sus consanguín­eos ya experiment­aban esos cambios de actitud en Blanca: «Recuerdo, de pequeñita, cuando estábamos internas, que dormíamos en la misma habitación, y había días que me peinaba con mucho cariño y me hacía trencitas y al día siguiente me tiraba de los pelos que me arrancaba la cabellera. Yo siempre pensaba que Blanca era muy rara». «Cuando empezamos a pensar que Blanca tenía algún problema fue cuando se retiró después de su medalla olímpica del 92. Comenzó a achantarse, a sentirse pequeñita porque no entendía lo que le pasaba. No quería que la reconocies­en. Siempre iba con gorra y con gafas», explica Lola. Siempre pensaron que padecía depresión y no fue hasta que los profesiona­les le diagnostic­aron bipolarida­d cuando fueron consciente­s de la situación: «Lo entendimos todos clarísimo».

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Arriba; Blanca Fernández Ochoa junto a la medalla. Abajo; esquiando // GTRES

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