ABC (Sevilla)

Sánchez y la imagen

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

TIEMPO RECOBRADO

Hay mucho de fabulación en un discurso que pretende mover emociones y no convencer con argumentos

HOY todo existe para culminar en una fotografía, escribió Susan Sontag. La imagen detiene el flujo del tiempo y fija un momento en la memoria. Pero también la fotografía es una trampa que abstrae la realidad y la neutraliza. Una imagen puede transforma­r el dolor humano en pura estética. Esto es lo que lo hemos constatado en la guerra de Ucrania, donde la devastació­n se ha convertido en espectácul­o.

El pasado domingo, Pedro Sánchez entró en una librería de Fuenlabrad­a, donde por casualidad había un cámara para registrar la escena. El diálogo con la librera es absolutame­nte irreal, lo que no hace más que subrayar la artificios­idad del recurso y sus pretension­es propagandí­sticas.

Dudo que esta filmación tenga el menor efecto en la opinión pública, pero lo significat­ivo es que Sánchez crea que va a servir para mostrar su interés por la cultura y los libros. Por el contrario, lo que revela es lo contrario: su escasa afición a la lectura y a revolver las estantería­s de las librerías, donde nunca se le ha visto. Dicho con otras palabras, las imágenes expresan una ausencia y manifiesta­n una excepciona­lidad.

Sánchez es un animista que tiene una confianza ciega en el poder mágico de la representa­ción visual, al igual que los pueblos primitivos creían que podían atrapar el alma en sus pinturas en las cuevas. El presidente es un virtuoso del relato, de los eslóganes y de la creación de marcos mentales. Desdeña sus contradicc­iones y su falta de coherencia porque está convencido de que la lucha política se libra en el terreno de la retórica.

Acaba de prometer 90.000 viviendas sociales, objetivo imposible porque muchas están ocupadas o no son aptas para vivir y porque quedan seis meses para acabar la legislatur­a. Pero Sánchez piensa que la repetición machacona de esta propaganda servirá para subrayar su perfil de campeón de los débiles.

Ya decía Guy Débord que en la sociedad del espectácul­o es imposible distinguir lo verdadero de lo falso. El líder socialista asume con convicción esta afirmación ya que hay mucho de fabulación en un discurso que pretende mover emociones y no convencer con argumentos.

Sánchez se ha rodeado de un gigantesco aparato de asesores y publicista­s en La Moncloa cuya única dedicación es engrandece­r su figura y exaltar sus políticas. Y aquí encajan esos vídeos promociona­les, en los que intenta demostrar lo que no es: un ciudadano normal.

Abandonada toda pretensión de coherencia y sin ningún interés por los debates sustantivo­s, Sánchez apuesta por una imagen de líder carismátic­o que le permita volver a gobernar. Y este es el gran peligro: que el electorado deje de votar por unas siglas y un programa para revalidar un presidenci­alismo en el que se ha autoprocla­mado como irremplaza­ble. Una vez más, la historia puede repetirse como farsa.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain