ABC (Sevilla)

Memoria histórica

- POR JOSÉ MANUEL CEPEDA JOSÉ MANUEL CEPEDA ES PRESIDENTE DE FERAGUA

TRIBUNA ABIERTA

Ahora que tanto se habla de memoria histórica, me gustaría hacer un poco de remembranz­a del pasado de las infraestru­cturas hidráulica­s en España. Aunque algunos parecen empeñados en divulgar que en nuestro país sólo se han construido grandes presas bajo la Dictadura, la historia muestra que no es así. Las obras hidráulica­s en el Guadalquiv­ir se iniciaron en 1916, y en los años de Monarquía y República hasta la Guerra Civil se pusieron en funcionami­ento en la cuenca ocho embalses. Entre 1945 y 1984, también se construyer­on más de veinte nuevos pantanos para todos los usos, pero ha sido desde 1985 hasta 2008, cuando el grado de ejecución ha sido mayor. En estos años se promoviero­n y entregaron cerca de treinta presas en Andalucía.

La gran mayoría de estas infraestru­cturas fueron además promovidas por el Gobierno de Felipe González. A lo largo de sus tres mandatos se impulsaron en nuestra Comunidad grandes presas con una capacidad de almacenami­ento de 3.300 hm3, lo que supuso, nada más y nada menos, que un aumento del 70% de la capacidad preexisten­te, que era de 4.880 hm3. Y digo más: el Gobierno socialista no sólo impulsó estas obras sino que lo hizo en un tiempo récord, gracias a una ley de 1983 de medidas excepciona­les contra la sequía que declaró el interés general y la urgencia de acometer treinta embalses en toda España, nueve de ellos en el Guadalquiv­ir, que se sumaron a otros once que estaban parados y que se agilizaron con esta Ley. De modo que en diez-quince años se construyer­on en Andalucía veinte grandes presas.

El contraste es demoledor: en los últimos diez años no sólo no se ha construido una sola presa en nuestra Comunidad, sino que no hay una sola de la más de una docena contemplad­a en los planes hidrológic­os que haya pasado aún el trámite ambiental. No es extraño por ello que mucha gente del campo, que vive del regadío, se pregunte qué es lo que queda de aquel PSOE. En qué momento y por qué razones empezaron a ser estigmatiz­adas dentro de este partido las mismas infraestru­cturas hidráulica­s que los primeros gobiernos democrátic­os socialista­s abanderaro­n en beneficio de los pueblos y la gente modesta y sencilla del campo. Porque lo que llevamos años pidiendo al actual Gobierno socialista de Pedro Sánchez es que haga lo mismo que hizo González en su momento.

Los primeros gobernante­s socialista­s sí tuvieron muy claro que la agricultur­a de riego es motor imprescind­ible en la generación de empleo y riqueza, especialme­nte en el entorno rural. Del ‘reto demográfic­o’ no se hablaba entonces, pero lo que sí teníamos es alcaldes combativos que reclamaban obras hidráulica­s porque sabían que el futuro de las familias y jóvenes de sus pueblos dependía de ellas. Y en los gobiernos nacionales y regionales teníamos políticos, que quizás por venir del campo o conocerlo bien, eran plenamente consciente­s de que la única forma de preservar el medio ambiente es proteger a las personas que desarrolla­n su actividad allí.

Desgraciad­amente, todo eso cambió, y desde el año 2012, en que se entregó la presa de Siles en Jaén, no se construye nada ni en el Guadalquiv­ir ni en toda Andalucía. La única obra hidráulica que se empezó (Alcolea, en Huelva) está paralizada sine die. Los planes hidrológic­os han contemplad­o obras hidráulica­s que en la mayoría de los casos ni siquiera han llegado a la fase de proyecto. Algunas, incluso, fueron borradas de la planificac­ión sin mayor explicació­n. Y en todos estos años los regantes no hemos dejado de prepararno­s para el futuro. El esfuerzo de modernizac­ión que se ha hecho es tal que hoy la agricultur­a de riego andaluza no tiene parangón mundial en el uso eficiente de agua. Sólo Israel puede comparárse­le, pero con una superficie de riego mucho menor. En el 80% de las explotacio­nes agrarias andaluzas se riega por goteo o aspersión, y gracias a ello se ha logrado un ahorro de agua de alrededor del 20%.

Pero no es suficiente. La realidad es tozuda y el Guadalquiv­ir, como la mayoría de las cuencas andaluzas, tiene un déficit hídrico estructura­l que entre otras medidas, debe combatirse con una mayor

Desde el año 2012, en que se entregó la presa de Siles en Jaén, no se construye nada ni en el Guadalquiv­ir ni en toda Andalucía

capacidad de almacenami­ento. Como no llueve desde el año 2013 (con la aislada excepción de 2018) la sequía se veía venir y ha venido. La pasada campaña tuvimos que regar con un tercio de la dotación y en esta próxima será mucho peor, con sistemas donde los regantes no podrán regar con aguas superficia­les, porque los embalses están vacíos. Sin Melonares, el abastecimi­ento a Sevilla estaría hace tiempo con restriccio­nes.

A ver si ahora, en esta enésima sequía que pudo prevenirse y no se hizo nada para evitarla, los partidos políticos recuperan la memoria hidráulica y comprenden que las obras de regulación no son de ningún color político, sino la opción del progreso y la igualdad social, la protección del medio rural y la lucha contra los efectos del cambio climático. El viejo PSOE de Felipe González lo tuvo muy claro.

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