Memoria histórica
TRIBUNA ABIERTA
Ahora que tanto se habla de memoria histórica, me gustaría hacer un poco de remembranza del pasado de las infraestructuras hidráulicas en España. Aunque algunos parecen empeñados en divulgar que en nuestro país sólo se han construido grandes presas bajo la Dictadura, la historia muestra que no es así. Las obras hidráulicas en el Guadalquivir se iniciaron en 1916, y en los años de Monarquía y República hasta la Guerra Civil se pusieron en funcionamiento en la cuenca ocho embalses. Entre 1945 y 1984, también se construyeron más de veinte nuevos pantanos para todos los usos, pero ha sido desde 1985 hasta 2008, cuando el grado de ejecución ha sido mayor. En estos años se promovieron y entregaron cerca de treinta presas en Andalucía.
La gran mayoría de estas infraestructuras fueron además promovidas por el Gobierno de Felipe González. A lo largo de sus tres mandatos se impulsaron en nuestra Comunidad grandes presas con una capacidad de almacenamiento de 3.300 hm3, lo que supuso, nada más y nada menos, que un aumento del 70% de la capacidad preexistente, que era de 4.880 hm3. Y digo más: el Gobierno socialista no sólo impulsó estas obras sino que lo hizo en un tiempo récord, gracias a una ley de 1983 de medidas excepcionales contra la sequía que declaró el interés general y la urgencia de acometer treinta embalses en toda España, nueve de ellos en el Guadalquivir, que se sumaron a otros once que estaban parados y que se agilizaron con esta Ley. De modo que en diez-quince años se construyeron en Andalucía veinte grandes presas.
El contraste es demoledor: en los últimos diez años no sólo no se ha construido una sola presa en nuestra Comunidad, sino que no hay una sola de la más de una docena contemplada en los planes hidrológicos que haya pasado aún el trámite ambiental. No es extraño por ello que mucha gente del campo, que vive del regadío, se pregunte qué es lo que queda de aquel PSOE. En qué momento y por qué razones empezaron a ser estigmatizadas dentro de este partido las mismas infraestructuras hidráulicas que los primeros gobiernos democráticos socialistas abanderaron en beneficio de los pueblos y la gente modesta y sencilla del campo. Porque lo que llevamos años pidiendo al actual Gobierno socialista de Pedro Sánchez es que haga lo mismo que hizo González en su momento.
Los primeros gobernantes socialistas sí tuvieron muy claro que la agricultura de riego es motor imprescindible en la generación de empleo y riqueza, especialmente en el entorno rural. Del ‘reto demográfico’ no se hablaba entonces, pero lo que sí teníamos es alcaldes combativos que reclamaban obras hidráulicas porque sabían que el futuro de las familias y jóvenes de sus pueblos dependía de ellas. Y en los gobiernos nacionales y regionales teníamos políticos, que quizás por venir del campo o conocerlo bien, eran plenamente conscientes de que la única forma de preservar el medio ambiente es proteger a las personas que desarrollan su actividad allí.
Desgraciadamente, todo eso cambió, y desde el año 2012, en que se entregó la presa de Siles en Jaén, no se construye nada ni en el Guadalquivir ni en toda Andalucía. La única obra hidráulica que se empezó (Alcolea, en Huelva) está paralizada sine die. Los planes hidrológicos han contemplado obras hidráulicas que en la mayoría de los casos ni siquiera han llegado a la fase de proyecto. Algunas, incluso, fueron borradas de la planificación sin mayor explicación. Y en todos estos años los regantes no hemos dejado de prepararnos para el futuro. El esfuerzo de modernización que se ha hecho es tal que hoy la agricultura de riego andaluza no tiene parangón mundial en el uso eficiente de agua. Sólo Israel puede comparársele, pero con una superficie de riego mucho menor. En el 80% de las explotaciones agrarias andaluzas se riega por goteo o aspersión, y gracias a ello se ha logrado un ahorro de agua de alrededor del 20%.
Pero no es suficiente. La realidad es tozuda y el Guadalquivir, como la mayoría de las cuencas andaluzas, tiene un déficit hídrico estructural que entre otras medidas, debe combatirse con una mayor
Desde el año 2012, en que se entregó la presa de Siles en Jaén, no se construye nada ni en el Guadalquivir ni en toda Andalucía
capacidad de almacenamiento. Como no llueve desde el año 2013 (con la aislada excepción de 2018) la sequía se veía venir y ha venido. La pasada campaña tuvimos que regar con un tercio de la dotación y en esta próxima será mucho peor, con sistemas donde los regantes no podrán regar con aguas superficiales, porque los embalses están vacíos. Sin Melonares, el abastecimiento a Sevilla estaría hace tiempo con restricciones.
A ver si ahora, en esta enésima sequía que pudo prevenirse y no se hizo nada para evitarla, los partidos políticos recuperan la memoria hidráulica y comprenden que las obras de regulación no son de ningún color político, sino la opción del progreso y la igualdad social, la protección del medio rural y la lucha contra los efectos del cambio climático. El viejo PSOE de Felipe González lo tuvo muy claro.