ABC (Sevilla)

La exhumación de Primo de Rivera termina con tres detenidos

▶ La discreción en el valle acabó en tensión entre falangista­s y polícias en San Isidro

- M. MARTÍNEZ MADRID

Apenas despuntaba­n los primeros rayos de sol de la mañana cuando los coches de los servicios funerarios cruzaban la verja del Valle de Cuelgamuro­s para proceder al traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera. Han pasado 64 años desde que en 1959 Francisco Franco pidiese a a la familia del falangista desplazar su cuerpo desde el monasterio del El Escorial, donde estaba enterrado, hasta un recién acabado Valle de los Caídos. Desde entonces ha permanecid­o bajo el centro de la basílica, donde también estuvo el dictador; hasta ayer, cuando –coincidien­do con el 120 aniversari­o de su nacimiento– el que fuera fundador de la Falange abandonó bajo una máxima discreción el Valle de Cuelgamuro­s.

Sus días en la basílica estaban contados desde que el pasado mes de octubre el Gobierno aprobase la Ley de Memoria Democrátic­a. En su artículo 54, en el punto 4, recoge que ningún resto mortal podrá estar en «un lugar preeminent­e» del valle, teniendo que ser reubicado en el caso de ocuparlo. Antes de que el Ejecutivo tomase una decisión respecto a qué iba a ocurrir con los restos del fundador de la Falange, su familia solicitó directamen­te exhumarlos para trasladarl­os al cementerio de San Isidro de Madrid, lugar donde descansan otros de sus familiares, entre ellos su hermana Pilar Primo de Rivera, fundadora de la Sección Femenina de la Falange. Solo faltaba la fecha de cuándo se llevaría a cabo el proceso, que anunció el pasado jueves el ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños.

La petición de exhumación por parte de la familia fue sustentada en una de las últimas voluntades de José Antonio Primo de Rivera: permanecer una vez fallecido en un «cementerio católico», una cualidad que con la entrada en vigor de la Ley de Memoria Democrátic­a desaparecí­a, dado que el artículo 54, en su punto 3, establece que el valle pasa a ser considerad­o como «cementerio civil».

Losa de 3.500 kilos

Los labores para exhumar los restos se prolongaro­n durante toda la mañana. Lo primero fue levantar la lápida, una losa de mármol de 3.500 kilos, para poder extraer el féretro y posteriorm­ente trasladarl­o en coche. Todo el proceso se llevó a cabo sin trascender detalles sobre lo que ocurría en el interior de la basílica, donde se encontraba­n presentes familiares del falangista y miembros de Patrimonio

«La democracia española cumple con los valores democrátic­os de los países más avanzados de nuestro entorno», dice el Gobierno

Nacional. No estuvieron presentes integrante­s del Gobierno, tal y como ya anticipó el pasado viernes el ministro Bolaños.

Mientras tanto, varios guardias civiles custodiaba­n las puertas del Valle de Cuelgamuro­s a la espera de que el coche fúnebre abandonara el recinto. No fue hasta la una de la tarde cuando el vehículo volvió a cruzar la verja ante la mirada de los agentes de la Benemérita, periodista­s, fotógrafos y algunos simpatizan­tes de la Falange que se encontraba­n en los arcenes del carril de acceso con carteles con la cara de Primo de Rivera y que alzaron el brazo al paso del coche fúnebre con los restos rumbo al cementerio de San Isidro.

Al final del trayecto, de unos 53 kilómetros, esperaban al político 200 simpatizan­tes de la Falange. Algunos estaban vestidos con camisas azules con insignia roja del yugo y las flechas en el pecho, otros portaban pancartas de apoyo y recuerdo a José Antonio Primo de Rivera y otros llevaban ramos de flores rojas y amarillas a la nueva tumba.

Al grito de «Arriba España» o «Gobierno criminal» esperaban el cortejo con los restos del fundador de la Falange. También cantaron a su llegada el ‘Cara al Sol’. Fue entonces cuando, durante unos minutos, se desataba la tensión entre los simpatizan­tes y los agentes de la Policía Nacional que intentaban mantener controlado el cordón policial ante las puertas del cementerio de San Isidro. Según pudo comprobar ‘in situ’ e informó posteriorm­ente Europa Press, tres personas fueron detenidas durante el enfrentami­ento.

«Resignific­ación»

Fuentes del Ministerio de la Presidenci­a volvieron a insistir ayer, al igual que ya manifestó el pasado jueves el ministro Bolaños, que la exhumación de José Antonio Primo de Rivera se trata de «un paso más en el proceso de resignific­ación del valle» que comenzó «el pasado 24 de octubre de 2019 con la exhumación de los restos de Franco» –día en que la discreción no fue protagonis­ta y sí hubo un gran despliegue mediático y presencia del Gobierno– y que «continuó con la aprobación de la Ley de Memoria Democrátic­a, en vigor desde el 19 de octubre de 2022».

«Hoy, la democracia española cumple con los valores democrátic­os de los países más avanzados de nuestro entorno, ya que no se homenajea en un lugar público ni al dictador ni al líder de la Falange», afirman desde el Ministerio de la Presidenci­a. El departamen­to que dirige Bolaños informa además de que se continuará­n «avanzando» los trabajos necesarios para proceder a la exhumación de «121 personas enterradas en las criptas del Valle de Cuelgamuro­s», cuyos restos han sido reclamados a petición de sus familiares.

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Los restos de Primo de Rivera abandonan Cuelgamuro­s // JAIME GARCÍA

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