ABC (Sevilla)

Rafael Cadenas, un venezolano «lleno de España» en el Cervantes

▶El Rey afirmó que el galardonad­o es «el gran poeta moderno» y destacó su búsqueda de la honradez, no del estilo ▶El premiado defendió la democracia y la libertad, y deseó que Sergio Ramírez pudiese regresar a su país

- KARINA SAINZ BORGO ALCALÁ DE HENARES

De americana azul y pantalón claro, muy temprano y acompañado por su hijo Silvio, entró el poeta venezolano Rafael Cadenas en el patio de filósofos de la Universida­d de Alcalá de Henares. «Maestro: no lleva corbata esta mañana», lo saludó un periodista. «Usted tampoco», contestó el venezolano con sonrisa y mirada pícara. De mano de los Reyes, Rafael Cadenas recibió ayer el premio Cervantes en el Paraninfo del claustro en el que estudiaron los místicos que cimentan sus versos y al que acudieron en esta ocasión una magra comitiva política. En ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudió el ministro de Cultura, Miquel Iceta, quien leyó la semblanza inaugural del acto. Junto a él la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, así como María José Gálvez, directora general del Libro, y Luis García Montero, director del Instituto Cervantes.

Patria de ida y vuelta

«Estoy lleno de España». Así fue el primer aliento de un discurso breve y directo, el primero en tres años que un ganador pronuncia de viva voz en la ceremonia de entrega. Desde Ida Vitale no acudía un premiado para recibir el diploma y la medalla. Con voz queda y lenta, Rafael Cadenas usó pocas palabras, las elegidas, como es costumbre en sus versos y opiniones. Primer escritor venezolano en recibir el más importante galardón de las letras hispanas, Cadenas tuvo por alegato un elogio de la lengua, «el primer vínculo», dijo, y la libertad. A favor del idioma y la democracia, contra los nacionalis­mos y el secuestro de cualquier libertad: más claro no pudo ser el autor de ‘Entorno al lenguaje’ y ‘Apuntes sobre San Juan de la Cruz’. Comenzó Cadenas con la memoria de los inmigrante­s españoles —él mismo se declaró nieto de canarios—, en una tierra que los acogió y que expulsa ahora a los suyos en una «desventura inversa, aunque no a causa de guerra alguna». Sus palabras fueron un bálsamo para una nación que desde hace más de veinte años padece un régimen autoritari­o que ha sembrado la represión política, la pobreza, la desigualda­d social y el exilio de más de siete millones de venezolano­s.

«Entre los que vinieron había muchos profesores que se incorporar­on a nuestra educación; casi al llegar dieron clases en liceos y universida­des del país enriquecie­ndo así nuestra cultura». Tras referirse a esa patria de ida y vuelta que ha sido España para su país, Cadenas evocó a Orwell para enunciar el fantasma del totalitari­smo. «El actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje y podríamos conseguir alguna mejora si empezáramo­s por lo verbal». Empuñó a Cervantes como antorcha en su discurso: «La impronta del Quijote estuvo en los creyentes de la Utopía que arreglaría todo y terminó en un desengaño. Es sabido que nacionalis­mos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero en este tiempo, el mundo, gracias al desarrollo de la comunicaci­ón, debería ser cosmopolit­a; ya en cierto modo lo es, pero para ello se oponen los factores que he mencionado, sobre todo el nacionalis­mo».

Defender la libertad

Citando a Goethe y Schiller para subrayar el interés de la lengua por el mundo, quiso Cadenas hablar de la democracia. «Es urgente defenderla de todo lo que la asecha y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado. Se necesita en los países donde existe, una pedagogía que la robustezca; en los otros, que no la han conocido, es vano tratar de introducir­la. Los demócratas deben pedir a voces su renovación».

Cadenas recordó la Universida­d Central de Venezuela, de la que fue alumno y profesor, así como al escritor nicaragüen­se Sergio Ramírez: «A quien admiro, con mi deseo de que pueda volver a su país». Acabó su discurso con ocho líneas, las suficiente­s para la más grande defensa de la libertad que puede hacer un hombre que conoció el exilio: «Cervantes fue un gran defensor de la libertad. Recordaré sus palabras muy conocidas, aunque deberían difundirse más: “La libertad Sancho, es uno de los más preciosos dones que los hombres dieron a los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre”».

«El gran poeta moderno»

Tras la intervenci­ón del galardonad­o, el Rey Felipe VI leyó un discurso que hizo las veces de balance y elogio del premio Cervantes, un gran ventanal al idioma que cumple ya casi medio siglo desde su creación. «Ese magnífico legado –que se extiende por múltiples geografías, por montañas y mares, por variados gentilicio­s, y que agrupa a casi 600 millones de hablantes– nos une y nos invita a reconocer que siempre habrá más razones para estar juntos que separados». El monarca recorrió la obra de Rafael Cadenas, enlazándol­a con autores fundamenta­les de la literatura venezolano como Salvador Garmendia. Describió al escritor como «el gran poeta moderno» y se refirió a él como «alguien que no quiere estilo, sino honradez, una valiosísim­a ambición; una aspiración que comporta rectitud de ánimo, integridad en el obrar».

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Rafael Cadenas recibió ayer el premio Cervantes de manos de los Reyes // EFE

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