La tarascada
PERDIGONES DE PLATA
Me pasma la gente que desde una seguridad aplastante dice lo de «yo no me arrepiento de nada»
Arrepentirse es un acto que desatasca nuestra anestesiada conciencia que a veces cabalga sobre las contradicciones y la soberbia. Cuando se nos cruza el cable sólo el sincero arrepentimiento, y pedir perdón con el alma quebrada, puede excusar nuestro desaguisado. Es lo que me pregunto ahora, si el tipo podemita que organizó la barahúnda en el aeropuerto frente a los policías se arrepiente de su tarascada, de su prepotencia, de los insultos que arrojó y de emplear una variante del rancio clásico de «usted no sabe con quien está hablando». Los viejos tics, latigazos de pura arrogancia, siempre resucitan en esta España nuestra acaso porque nunca se marcharon. Al final, la nueva política que iba a lavar nuestros pecados amenaza con un «trabajo en el equipo de Irene Montero, mañana no tendréis uniforme» que resulta tenebroso, pero que también causa enorme tristeza porque nos sumerge en el lúgubre túnel del tiempo.
Sólo espero que el hombre esté arrepentido de su rebeldía rococó, de su gamberrada radical, de su arrebato cafre. Arrepentirse supone confesar un doloroso fracaso, y conviene asumir nuestras fechorías porque aquí quien más y quien menos la fastidió unas cuantas veces en esta vida. Por eso, para seguir con cierta dignidad, aunque sólo sea por la educación que nos dieron nuestros padres y nuestros abuelos, necesitamos apechugar con nuestros errores, levantarnos y procurar no repetirlos. Uno se arrepiente de tantas cosas… Me pasma la gente que desde una seguridad aplastante dice lo de «yo no me arrepiento de nada». Pues qué suerte tienen. Cuando añaden que si volviesen a nacer harían exactamente lo mismo el asombro me provoca un tembleque de narices. Algunos, si volviésemos a nacer, procuraríamos no cometer las equivocaciones que nos atropellaron hasta sumirnos en esa suerte de melancólica rabia que se te adhiere por culpa de una pifia sonada. Sí, tan sólo espero que el mozo de la bronca esté arrepentido. Por él, por nosotros y por escapar de este ambiente emponzoñado y guerracivilesco.