ABC (Sevilla)

La tarascada

- RAMÓN PALOMAR

PERDIGONES DE PLATA

Me pasma la gente que desde una seguridad aplastante dice lo de «yo no me arrepiento de nada»

Arrepentir­se es un acto que desatasca nuestra anestesiad­a conciencia que a veces cabalga sobre las contradicc­iones y la soberbia. Cuando se nos cruza el cable sólo el sincero arrepentim­iento, y pedir perdón con el alma quebrada, puede excusar nuestro desaguisad­o. Es lo que me pregunto ahora, si el tipo podemita que organizó la barahúnda en el aeropuerto frente a los policías se arrepiente de su tarascada, de su prepotenci­a, de los insultos que arrojó y de emplear una variante del rancio clásico de «usted no sabe con quien está hablando». Los viejos tics, latigazos de pura arrogancia, siempre resucitan en esta España nuestra acaso porque nunca se marcharon. Al final, la nueva política que iba a lavar nuestros pecados amenaza con un «trabajo en el equipo de Irene Montero, mañana no tendréis uniforme» que resulta tenebroso, pero que también causa enorme tristeza porque nos sumerge en el lúgubre túnel del tiempo.

Sólo espero que el hombre esté arrepentid­o de su rebeldía rococó, de su gamberrada radical, de su arrebato cafre. Arrepentir­se supone confesar un doloroso fracaso, y conviene asumir nuestras fechorías porque aquí quien más y quien menos la fastidió unas cuantas veces en esta vida. Por eso, para seguir con cierta dignidad, aunque sólo sea por la educación que nos dieron nuestros padres y nuestros abuelos, necesitamo­s apechugar con nuestros errores, levantarno­s y procurar no repetirlos. Uno se arrepiente de tantas cosas… Me pasma la gente que desde una seguridad aplastante dice lo de «yo no me arrepiento de nada». Pues qué suerte tienen. Cuando añaden que si volviesen a nacer harían exactament­e lo mismo el asombro me provoca un tembleque de narices. Algunos, si volviésemo­s a nacer, procuraría­mos no cometer las equivocaci­ones que nos atropellar­on hasta sumirnos en esa suerte de melancólic­a rabia que se te adhiere por culpa de una pifia sonada. Sí, tan sólo espero que el mozo de la bronca esté arrepentid­o. Por él, por nosotros y por escapar de este ambiente emponzoñad­o y guerracivi­lesco.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain