ABC (Sevilla)

‘Pueblo’, la fascinante historia de un periodismo que ya no existe

▸Jesús Úbeda reconstruy­e la historia de un periódico y una redacción libérrima en la que coincidier­on Raúl del Pozo, Raúl Cancio, Yale, José María García, Arturo Pérez-Reverte, Rosa Villacastí­n o Julia Navarro

- KARINA SAINZ BORGO

Perros de caza, mercenario­s con la cámara colgada al cuello y libreta en el bolsillo, canallas y libertinos… o libertario­s. Así son los periodista­s que Jesús Úbeda retrata en ‘Nido de piratas’ (Debate), un libro coral que cuenta al lector la «fascinante historia» del diario ‘Pueblo’. No hay hipérbole en el subtítulo del libro. Línea a línea, Úbeda ofrece la fotografía de un mundo poblado por seres casi mitológico­s. Todo comienza en el año 1964, cuando el periódico de los sindicatos verticales se traslada al número 73 de la madrileña calle Huertas.

Dirigido por Emilio Romero, y con una tirada de más de doscientos mil ejemplares, ‘Pueblo’ se convirtió en la cantera, laboratori­o, escuela y guarida de los pioneros de la informació­n en una España rumbo hacia la democracia. En la redacción de ‘Pueblo’ todo era posible. Entre partidas de póquer, botellas de whisky y una espesa nube de tabaco negro, coincidier­on reporteros dispuestos a todo. Enganchado­s a la noticia, lo hicieron todo para publicarla primero. Rompieron todas las normas, hasta el descanso dominical de la prensa, con el viaje de Juan Carlos I al Sahara.

En las páginas de aquel periódico José María García entrevista­ba a Bernabéu un día y a Raphael otro; Raúl del Pozo escribía desde Argentina en marzo del 71 y en diciembre se recorría La Mancha con Juan Pla para escribir un reportaje inspirado en el Quijote; Raúl Cancio fotografia­ba a Nixon; Rosa Villacastí­n recorría Marbella en minifalda tras los pasos de Audrey Hepburn y un jovencísim­o Arturo Pérez-Reverte pasaba de cortar teletipos en Nacional a iniciar su carrera como correspons­al.

Contado con precisión, humor y un respeto reverencia­l, Jesús Úbeda escribe con las ganas de quien hubiese querido ser uno de aquellos piratas. Como ya lo hizo en ‘No le des más whisky a la perrita’, aquellas deliciosas memorias de Raúl del Pozo, aquí Úbeda va de personaje en personaje hasta construir una historia sabrosa, divertida, canalla la mayoría de las veces y definitiva­mente necesario. Úbeda cuenta un mundo que ya no existe, una España que ya no existe, una profesión que ya no existe.

En la redacción del diario ‘Pueblo’ todo era aventura y abordaje. Ante el folio en blanco de sus máquinas Olivetti, para los reporteros de aquel diario el mundo era inédito. Úbeda recurre a sus recuerdos, anécdotas y palabras de sus plumillas, pero también de los testigos directos de aquella nave fascinante: abogados, curas, peluqueros, fotógrafos…

Hacer llorar a las viudas

Los premios Populares de Pueblo reunían cada año a importante­s personalid­ades. En esta imagen de 1978 estuvieron, entre otros, Amparo Soler Leal, Susana Estrada (que más tarde dejaría una imagen icónica al recibir su premio con un pecho al aire), Isabel Tenaille, Adolfo Suárez, Manuel Jiménez de Parga, Marcelino Oreja, Antonio Buero Vallejo, Joao Moura, Santiago Carrillo, Lola Martínez y Manuel Fraga Iribarne

Sucesos era el territorio más salvaje, libérrimo y atrevido del diario ‘Pueblo’. Los métodos heterodoxo­s de sus redactores, su ética laxa y su lógica mercenaria eran el ejemplo de su voracidad periodísti­ca. Julio Camarero, cuenta Úbeda, fichó por ‘Pueblo’ al poco de cumplir la mayoría de edad. Llegó a ser jefe y correspons­al en Uruguay, pero fue en la sección de Sucesos donde consolidó su firma. Hizo de todo por una exclusiva: hacerse pasar por policía para robar las fotos del difunto y sus familiares, además de cortarle el paso a cualquier otro reportero que pudiera adelantárs­ele. No deje pasar a los periodista­s, que lo dejan todo perdido, advertía a los familiares. Era especialis­ta en hacer llorar a las viudas para publicarla­s en la portada, también un experto en fotografia­r cadáveres, trozos de vísceras. Cuanta más casquería, mejor.

Hicieron su agosto en el diario ‘Pueblo’ cuando Felipe Navarro, conocido como Yale, contó que el paciente del trasplante de corazón a cargo del yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, había muerto. Trabajaban día y noche. Su vida era el periódico. Lo primero que Vasco Cardoso Lourinho, por entonces redactor de Sucesos de la sección que comandaba Manuel Marlasca Cosme, le dijo a Rosa Villacastí­n cuando esta se incorporó: «Vas a aprender periodismo. Pero una cosa te digo: aquí no se puede poner malo nadie. Si quieres vacaciones, no las vas a tener Eso sí, si vas a follar, tendrás todos los días que quieras».

«Hacíamos una vida nocturna muy golfa, porque el periódico se prestaba»,

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Las llamativas portadas del periódico, con grandes tipografía­s y la cabecera en rojo, reflejaban a menudo importante­s éxitos periodísti­cos // ABC
// EFE Las llamativas portadas del periódico, con grandes tipografía­s y la cabecera en rojo, reflejaban a menudo importante­s éxitos periodísti­cos // ABC
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