ABC (Sevilla)

El swing de la giganta

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

BALA PERDIDA

Michelle Obama camina con vaivén de la NBA y transmite solvencia

AMichelle Obama, por lo general, le caben varios días en el mismo día, y hasta saca un rato para cumplirle de corista a Bruce Springstee­n. Michelle, por giganta, nos cuadra de musa nocturna de algún poeta francés de la modernidad, zona malditos, pero es la señora de Obama, y no diremos que en su día resultó principal en el éxito electoral del marido, pero sí que arrimó el hombro para que Obama liquidara a Romney. Con una rubia de casino, aquello no sale igual. A Obama le avalaron, en mayoría, los jóvenes, los hispanos y las mujeres. Y en esta decantació­n tuvo mucho tirón Michelle, que camina con vaivén de la NBA, y transmite esa solvencia de las negras que no incluyen en sus vicios la frecuentac­ión de las joyerías. Gasta lámina exótica, pero no queda sólo como consorte de escaparate que sale y saluda al final de un mitin. Tiene una fotogenia del revés, y ahí la adorna un swing, un atletismo. En Facebook, cuando las elecciones, puso Barack una foto del día de su boda con Michelle. Había que triunfar, desencuade­rnando, incluso, el álbum de estampas íntimas de familia. En aquella foto, Barack y Michelle se ven jóvenes, radiantes, casi rivales de felicidad. Aquel recurso de foto retro nos acredita que la sonrisa es virtud de todo candidato, que la consorte va en las listas, y que las redes sociales no son sólo una lujuria de Shakira. A la búsqueda del mejor póster de sonrisa, Obama, o sus asesores, descubrier­on que la sonrisa ya la tenían resuelta, porque Barack y Michelle se casaron contentos como dos maracas, y esas sonrisas no hay quien las mejore. Toda familia tiene un ‘Hola’ propio, que a veces se enseña a las visitas. Los Obama también tienen su ‘Hola’, y lo enseñaron en su momento al mundo, a ver si la foto del ‘sí, quiero’ ayudaba en algo para el ‘si, quiero’ de los votantes. Que quizá algo ayudó. Hoy son una pareja de la fama atómica, con algo de plagio de sí mismos, con algo de retrato de turistas todopodero­sos donde, de fondo, igual asoma Spielberg. En el escenario de Springstee­n, quedó Michelle de esposa soltera, pero con el marido repitió boda de foto para la conquista de la Casa Blanca.

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