Una Feria de Abril que repitió sus cifras, pero que mejoró su contenido
▸La Maestranza terminó con 31 orejas, un rabo, cuatro puertas del Príncipe y cuatro ‘No hay billetes’ ▸En un ciclo con tantos nombres propios cabe destacar el verdadero protagonista del éxito: el toro
Tomando como punto de partida el cómputo de la temporada anterior, el balance de resultados resulta casi idéntico entre ambas campañas: 31 orejas y cuatro puertas del Príncipe. Que desmenuzándolas tienen pocas similitudes en sus comparativas. La del 2022 se consideró «triunfalista»; la del 2023, rotunda. Con un denominador común durante este ciclo continuado: el toro. Mejor presentado –dejando atrás los excedentes de la pandemia–, y embistiendo casi en todas las tardes con mucha categoría. Y cuando el toro embiste, y en el ruedo están los mejores –porque estaban anunciadas todas las grandes figuras del torero– lo normal es que ocurran cosas así.
De cada tarde, exceptuando corridas puntuales como las de Santiago Domecq o Victoriano del Río, se podrían destacar nombres dignos del recuerdo: Gavilán, de Núñez del Cuvillo; Ondito, de Fermín Bohórquez; Príncipe, de El Parralejo; Patatero, de Victorino Martín; Filósofo, de Matilla; Ligerito, de Garcigrande; Insensato, de Jandilla; Esp árrago, de El Torero; Detenido, de La Quinta; y Choricero, de Miura. A los que se le podrían añadir otros tantos más. Una feria en la que los ganaderos merecen un premio conjunto, exaltados por la completa y emocionante corrida de Victorino Martín.
Y de los toreros, nuevamente, es Morante de la Puebla el que planea como diestro cimero del serial. Cuatro tardes, con tres importantes actuaciones. Con un Domingo de Resurrección para olvidar, como los toros –exceptuando el quinto– de Núñez del Cuvillo. Con el infravalorado compendio artístico de la corrida de Matilla, en la que ya hizo méritos para abrir la Puerta del Príncipe, negándole Gabriel Fernández Rey aquella primera oreja y tardando en concederla en el segundo. Con su antológica faena al toro Ligerito de Garcigrande, al que cortó el primer rabo para un matador de toros en cincuenta y dos años. Y con aquella cuarta oreja, fruto de su maestría lidiadora, en la corrida mixta con toros de El Torero. Y tras el torero de La Puebla del Río hay otra serie de matadores que salen encumbrados de la Feria de Abril. El primero de ellos es Roca Rey, que por fin se liberó de la intimidación que sentía en esta plaza —también evidente en Resurrección—, con dos tardes en las que demostró su incontestable capacidad. En aquel viernes de preferia en el que se impuso al viento, a los cuestionados compañeros y a los toros de Núñez del Cuvillo para conseguir su primera Puerta del Príncipe. Y por último en la corrida de Victoriano del Río –a la postre, la peor del serial–, salvando nuevamente a la tarde del letargo, intratable ante los mansos. Se va de la Feria con más orejas que el resto: cinco.
La feria de Daniel Luque también podría considerarse como la de su consagración definitiva, con una exquisita faena al bravo y enclasado ‘Prí ncipe’ de El Parralejo –también sobrado ante el desfondado segundo de la tarde– y su soberbia actuación con la corrida de La Quinta, en la que derrochó capacidad, inteligencia y empaque. Que si el presidente no le niega en primer turno una oreja a Julián López ‘El Juli’, al de Gerena le hubieran pedido las dos ante el quinto. Otro de los grandes triunfadores del serial fue el toledano Tomás Rufo, que logró su segunda Puerta del Príncipe un día después del hito morantiano.
Y si hay tres toreros que merecen una mención especial son los que compusieron la terna de la corrida de Victorino Martín. Un espectáculo que no olvidarán quienes tuvieron la fortuna de vivirlo presencialmente. Reaparecía Manuel Jesús ‘El Cid’ bajo una duda generalizado sobre su estado físico y profesional para un compromiso de tal envergadura. Y no es que resolviera con dignidad la papeleta, sino que terminó escuchando unos «oles» con una rotundidad que no había sentido durante sus últimas temporadas en activo. El torero de Salteras estuvo magnífico con la mano izquierda. Toreando con la largura y profundidad de su mejor época, envuelta con el poso de la madurez. Un deleite. Y con la ‘izquierda del Aljarafe’ estuvieron Manuel Escribano y Emilio de Justo, que se mostraron como dos grandes expertos en esta embestida, que entendieron y potenciaron para convertir la corrida de Victorino en la más larga de duración del serial, siendo a su vez la más inten
sa y emocionante.