ABC (Sevilla)

La bravura al revés

▸ Uceda y Robleño se estrellan contra la mansada de Valdefresn­o

- ROSARIO PÉREZ LAS VENTAS

Tocaba una de mansos el Dos de Mayo en Las Ventas. Mansos sin discusión, solemnes como el Himno Nacional que estrenó la Goyesca, aunque alguno acudió con su aquel al peto, metió la cara en las telas y ofreció ciertas opciones en una tarde que se adentró en el sopor. Huía de la goyesca la emoción como huían los de Valdefresn­o ante la mirada de la multitud: qué gran entrada.

Ya el que abrió plaza fue fiel a su estirpe y buscó sus querencias. En el lado opuesto le planteó con inteligenc­ia la faena Uceda Leal, elegante y clásico como siempre. Pronto se puso a torear, que Cantarero poseía una nobleza que quiso aprovechar el de Usera. Pero cuando echaba los vuelos a izquierdas, el valdefresn­o dijo que nones. Hasta el umbral del 9 se tuvo que marchar para robarle una tanda con el poso que da la veteranía. La noticia vino con el fallo a espadas del agente 007 del toreo.

Hizo honor a su nombre Dudaguapo, con hechuras para embestir. Humilló en el capote de Robleño, pero acusó su mermada fortaleza y, para más inri, se pegó un volteretón de órdago. No tardó en asomar el pañuelo verde. Hecho cuesta arriba estaba el aleonado sobrero de Pereda, que andaba de costado. Para Isabel Díaz Ayuso, con un guiño de torería en su hombrera, fue el brindis. Estalló entonces una ovación, aunque la monumental se la había llevado ya la presidenta cuando apareció por el callejón entre piropos y palmas rotas. Con la montera en las manos de Ayuso, Fernando descorchó la obra en la mismísima Puerta Grande, pero este Pastueño era más de enfermería que de pórticos triunfales. Cómo iba a descolgar con ese esqueleto y esa alzada. Sobresalía su testa por la del pequeño gigante madrileño, que se entregó más que el toro. De pasar un trago en medio de aquel peligro silencioso hasta que lo pregonó. Parecía algo mejor por el zurdo, aunque este castaño, camino de los seis años, no descolgó ni por equivocaci­ón, tan engallado y revolviénd­ose cada vez más. Con descaro. Miedo daba la suerte final, pues nada ayudó Pastueño.

De la gloriosa reata del tabaco era el tercero, Pitillero, que no agradó al personal. Distraído, se marchó al burladero de los monosabios hasta que Serrano lo corrió para atrás en su sabia lidia. En el territorio de los areneros hubo de prologar Uceda con un toro en constante huida. Manso con avaricia. O bravo al revés, que escribió Joaquín Vidal en una mansada de Se

MONUMENTAL DE MADRID.

Dos de Mayo de 2023. Corrida Goyesca. Más de 18.000 personas. Toros de Valdefresn­o y José Luis Pereda (2º bis, complicado), mansos; con clasecita el 1º y con transmisió­n el 4º.

de rosa e hilo negro. Dos pinchazos y estocada trasera y atravesada (saludos). En el tercero, estocada (silencio). En quinto, estocada (silencio).

UCEDA LEAL, FERNANDO ROBLEÑO,

de blanco e hilo negro. Dos pinchazos y estocada caída. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo, otro hondo y estocada corta. Aviso (saludos). En el sexto, gran estocada (palmas).

Díaz Ayuso recibió piropos y muchos aplausos cuando apareció por el callejón y Robleño le brindó un toro que no cuajó

púlveda del otro siglo. Hizo bien en abreviar el matador, que lo cazó con mucha habilidad al hilo de las tablas. Tanto maldecía un partidario al rival, que prometió dejar el fumeque. La promesa sería para hoy, porque de ayer apuró hasta las colillas.

Tras aquel infumable Pitillero la esperanza de la familia del tabaco se depositaba en Cigarrero, otro toro que se desentendi­ó de los capotes. Y eso que de vez en cuando colocaba la cara. Se adivinaba que el izquierdo era el mejor lado, y por ahí se centró de primeras Robleño. Transmitía este exigente valdefresn­o, al que presentó las telas con el pecho por delante hasta dibujar naturales de peso. Su paciencia y su técnica no fueron baldías: en el regreso al otro pitón se habían limado defectos. Cosas también de este encaste tan cambiante: ahora la embestida relucía a estribor. Porque fue precisamen­te por el derecho, mediada la labor, cuando se abandonó y creció. Relajado entre trincheras y cambios de mano que presentían el premio por una faena a más. Pero en la última calada, la de la hora final, se atascó y Cigarrero se arrastró intacto.

El búfalo del Serengueti

Costoso fue el tercio de banderilla­s con Yegüesero I, que así se llamaba el quinto. Los optimistas lo veían bonito y confiaban en que el colorado embestiría. Los otros no apostaban ni un real por aquel búfalo del Serengueti. Y ni un pase tuvo. Por si no había bastante con el anterior, hubo doble ración de bautismo en el sexto, aunque la ración buena fue la de Sánchez y Revuelta a los palos. De sombrerazo. Como Yegüesero II iba con cierto son al trapo, la esperanza de la afición no se perdía... Pero este Valdefresn­o no quería nada. Media plaza se recorrió Robleño con un toro en constante huida. La bravura al revés.

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Fernando Robleño hizo la faena más vibrante al salpicado cuarto // PLAZA 1

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