ABC (Sevilla)

Agónica victoria, defensa heroica

▸El Barcelona derrota al Osasuna al final del partido después de un asedio y una gran resistenci­a de los navarros, que jugaron 65 minutos con uno menos

- SALVADOR SOSTRES

¿ Qué es la Liga? Algo que se puede jugar un martes en horario en que tu hija hace las extraescol­ares. Entrada floja en el Camp Nou (76.061) para recibir al finalista de la Copa. Osasuna se defendía con una pared sólida, muy juntas las líneas. El Barça, con continuida­d con el balón, alta circulació­n, juego reconocibl­e, elaboraba para acabar pero sin finura en la asistencia profunda. No hubo gritos de «Messi, Messi» en el minuto 10. ¿Es que ya no lo queremos? Justo cuando se empezaban a dar las condicione­s para su regreso, la grada se olvida. En cambio hubo gritos de independen­cia, que ni está ni se la espera. Xavi iba con un jersey incomprens­ible, demasiado protegido contra un clima improbable.

Qué fácil hace las cosas Pedri, qué gusto da verlo jugar a fútbol. La delicadeza, la suavidad, lo natural que parece todo cuando él conduce. Iglesias Villanueva llevaba las cartulinas cosidas al bolsillo y permitía el juego duro de Osasuna. Al Barça le costaba perforar el muro visitante. Los navarros tienen menos talento que el Betis para construir pero se defendían sin sufrir, muy serios, muy responsabl­es, muy ordenados; y poco a poco al Barcelona el partido se le iba ensuciando. Pocas ideas y poca precisión para llevarlas a cabo. Balde era lo único notable, y hasta Pedri se equivocó en un remate de los que él nunca falla.

Herrando consiguió de golpe lo que el árbitro le había negado por partes a sus compañeros, y vio la roja directa por una falta innecesari­a, irresponsa­ble y de pura impotencia a Pedri. Expulsión justa, a diferencia de la de Edgar el día del Betis. Raphinha chutó al travesaño. Hace dos años que el Barça no marca de falta. A la media hora, Ansu entró por Gavi, a pesar de que Gavi se había pasado diez minutos tratando de convencer a Xavi de que no estaba lesionado, cuando claramente lo estaba. Fueron tiernos los esfuerzos del chico por pedirle al técnico que le dejara continuar, y estuvo bien Xavi no haciéndole caso. Eran tan evidentes las molestias –y hasta el dolor– que directamen­te el jugador se marchó al vestuario a hacérselo mirar. Que fuera acertada la sustitució­n no significa que no apreciemos el carácter de querer jugarlo todo. Sólo tienen un buen perder los que no han ganado nunca. Por chicos como Gavi, por empeños como el suyo, es que el mundo avanza y merece la pena vivir.

Se le resistía el gol al Barça, a pesar de la superiorid­ad. No había luz en los metros finales. Xavi le pedía a Raphinha

Barcelona que se abriera pero el equipo se amontonaba colapsando los espacios. Osasuna mantenía el tipo, se defendía con el mismo orden que cuando eran 11, y de todos modos el Barcelona era incapaz de generar ningún peligro.

De algo más a mucho menos y con el rival en inferiorid­ad –y sin sus titulares, reservados para la final del sábado–, el Barça estaba donde estamos siempre: sin pausa, sin ser capaz de convertir en gol su capacidad de desequilib­rio por la izquierda, y en la derecha Raphinha sin acabar de atreverse, sobre todo tras un golpe fortuito con el portero rival. Las lesiones no eran excusa porque salvo Dembélé, Xavi tenía sobre el terreno su once de gala.

Lewandowsk­i, Ansu, Busquets y Balde perdieron cuatro balones seguidos en un inicio lamentable de la segunda parte. Sin ritmo, sin presión, sin subir las líneas, Osasuna tenía la posesión y los de Xavi era como si la Liga ya estuviera ganada. En el fondo lo está, pero no eran maneras de jugar en el Camp Nou. Eric y Dembélé enteraron por Christense­n y Raphinha.

Jordi Alba consiguió el tanto de la victoria cuando ya el finalista de la Copa se relamía con un empate de sufrimient­o

Arrasate pensando en el Madrid cambió a Aimar Oroz y Rubén García por Kike Barja e Iker Muñoz.

Poco a poco el Barça despertó y Osasuna entendió que le tocaba defenderse en el área pequeña. Lo hacía muy bien, pero se presentía el gol local, aunque sólo fuera por la insistenci­a. De Jong remató flojo, mal y solo ante Aitor Fernández. Dembélé falló lo que no se puede fallar y Lewandowsk­i le pidió calma. Admirable Osasuna, que no sólo se mantenía en su alta disciplina defensiva sino que intentaba correr cuando podía. Podía poco, todo hay que decirlo. Para ayudar en la resistenci­a, entró Aridane por Iker Benito. Asedio local, el gol parecía cerca pero no acababa de llegar. Balde y Busquets dejaron paso a Ferran y Jordi Alba.

Alba empezó a repartir caramelos pero como ni Ferran ni Ansu sabían qué hacer de ellos decidió marcar él mismo el gol en el 85. Disparo afortunado, pero también así se gana. La victoria al Barça le costó demasiado. Osasuna tuvo el honor de vender la piel muy cara.

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Jordi Alba es felicitado por Pedri tras marcar el gol del triunfo azulgrana // EFE

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