ABC (Sevilla)

El brujo que construyó el mito del Superdépor

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Entrenador con más partidos del Deportivo, guio al club coruñés al primer título de su historia

Los 116 años de historia del Deportivo de La Coruña no pueden llegar a entenderse sin mencionar la figura de Arsenio Iglesias, un personaje capital en el caminar de un club al que defendió como jugador y al que terminó guiando como entrenador a la celebració­n del primero de los seis títulos que lucen ahora en las vitrinas gallegas: la Copa del Rey de 1995. Nacido en el seno de una familia de labradores y el más pequeño de nueve hermanos, para unos fue el ‘brujo de Arteixo’, otros siempre prefiriero­n referirse a él como el ‘zorro de Arteixo’, pero, más allá de apodos y motes futbolísti­cos, para todos acabó convertido en una de las grandes referencia­s del deportivis­mo, al que ayer le tocó llorar su muerte a los 92 años de edad. Entrañable y sencillo, una de esas figuras del fútbol de toda la vida, él fue el ideólogo, constructo­r y arquitecto del mítico Superdépor, el equipo que terminó culminando su obra levantando la Liga en 2000 ya con Javier Irureta ocupando el banquillo blanquiazu­l. «Fue el personaje de mayor influencia directa sobre el césped en los 116 años de historia del Deportivo», destacó ayer la entidad coruñesa en su comunicado de pésame.

Nacido en 1930 en Arteixo, Arsenio fue profeta en su tierra, pero también triunfó como entrenador en equipos como el Hércules o el Real Zaragoza, a los que, como al Dépor en 1971 y 1991, acabó devolviend­o a Primera división. Pese a los kilómetros y la distancia que le separaba de su admirada Torre de Hércules, su corazón, sin embargo, nunca se separó ni dejó de latir por el conjunto de Riazor, con el que debutó como delantero en Primera división cumplidos los 20 años. Una categoría en la que disputó 238 duelos, aunque no todos con la camiseta blanquiazu­l (135) porque en la élite también lució los escudos de Granada, Sevilla y Oviedo.

Apartado últimament­e de la vida pública y de una afición que le idolatraba, el deportivis­mo derrama ahora la misma riada de lágrimas que Arsenio tampoco consiguió contener en los ojos de una hinchada que en 1994 asistió en Riazor a uno de los partidos más negros en la historia del cuadro coruñés. Encuentro ante el Valencia en la última jornada de Liga que acabó en pesadilla por el famoso lanzamient­o de penalti detenido por González a Djukic en el último minuto que privó a los gallegos de la celebració­n de su primer campeonato. Un año después, el brujo (o zorro, según para quién) apagó en el Santiago Bernabéu aquel amargo disgusto con la conquista de la Copa en una final ganada ante los valenciano­s.

El éxito de un técnico que pasó por el banquillo gallego en cuatro etapas diferentes, aunque en todas ellas bajo un mismo patrón. Una figura entrañable, alejada en todo momento de los grandes discursos y huidizo del foco mediático. Aquella celebració­n en el Bernabéu fue el primer título en la historia del Dépor y también en la carrera de un entrenador que siempre tuvo el tra

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Arsenio, en 2016, durante un homenaje en Riazor // EFE

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